Distancia de seguridad

Ha llegado a Filmin 'Somewhere boy', una serie pequeña y redonda como un perdigón. Un hombre pierde a su mujer en un accidente de coche, y también pierde la cabeza, claro. En un arrebato de imaginación, decide encerrar a su hijo en casa para siempre y contarle que el mundo es demasiado peligroso para él. Así que el niño crece pensando que existen los monstruos y no queda otra que confinarse y tapiar las ventanas: no conoce otra cosa, solo el apocalipsis. Es casi como vivir encerrado en Twitter. O en un mitin. Es una mentira elaboradísima, llena de detalles. El padre sale a por comida con una armadura puesta y una escopeta al hombro. A veces vuelve con el rostro ensangrentado, porque se ha parado a cazar un conejo y se pinta a lo Tarantino para darle verosimilitud al asunto. Pero la historia empieza cuando el hombre muere y el niño, ya adolescente, se va con su tía y sus primos. Es una odisea en miniatura, un regreso a la humanidad.

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Igual que 'Ruido de fondo' (en Netflix), 'Somewhere boy' muestra los estragos que provoca el miedo en un ser humano: cómo puede disolver la libertad en algo que ya no es vida, pero tampoco muerte. El protagonista tiene que aprenderlo todo de nuevo. Abrir la puerta es un reto, pero con premio: así descubre el placer de pisar la hierba descalzo, el primero de tantos. Aun así, se niega a pensar que los monstruos son cosas de la fantasía. «Mi padre no me mentiría», repite. Y la gente (la gentuza) le da motivos para reafirmarse. Podría ser un dramón, pero cada capítulo está escrito desde el humor, que es la única distancia de seguridad que nos queda ante los apocalipsis nuestros de cada día.