La ventana indiscreta
¿Cómo están ustedes?
Los payasos de la tele mentían igual que contaban la verdad, porque creían en lo que hacían, que es algo que ahora falta tanto como los payasos
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Iniciar sesiónLa línea entre la risa y la lágrima es tan delgada que asusta, por eso los payasos son tan de extremos, o hacen gracia o directamente dan miedo. Puede ser por el maquillaje, porque hay algo aterrador en toda esa pintura corrida después que el ... sudor desgaste los chistes de tanto correr por el escenario o quizás solo sea por lo que esconde debajo. La inseguridad, la estupidez, la inteligencia, el dolor, las desgracias. Todo cabe en los zapatos infinitos y se disfraza con colores chillones y tirantes.
Hay tantos payasos como personas. Los hay ridículos, parlanchines, cutres y hasta sucios. Luego, claro, hay payasos asesinos, que han hecho del arte de la risa un oficio casi más extinto que los dinosaurios. El de Joaquin Phoenix es uno feliz, porque se ríe como golpea un boxeador, de imprevisto y por todas partes, pero también es un payaso triste y sin gracia, por sus chistes y por sus traumas. Dice su Joker que en la vida siempre se necesita a un payaso, a alguien de quien reírse. Nunca estuvo el pobre Arthur Fleck tan cuerdo como cuando lee el mundo mientras Lady Gaga hace lo de siempre, se pinta mucho y canta. El que se ha reído pero del espectador es Todd Phillips, habrá que ver si a Warner le hace tanta gracia hacer los cálculos. El caso es reír, que la risa no falte.
Lo de que siga el espectáculo lo llevaban bien aprendido los payasos de la tele. Dos días después de la muerte de Fofó, sus hermanos, Gaby y Miliki, y su hijo mayor, Fofito, se plantaron delante de las cámaras de TVE para explicarle a los niños lo que había pasado y lo hicieron de la mejor forma posible: «Fofó está muy contento, está muy feliz. No está aquí hoy con nosotros porque en el cielo hay muchos niños que lo esperaban y él voluntariamente se ha ido al cielo a cantar canciones a todos los niños que están allí. ¡Pero está contento él y también estamos contentos nosotros!». Igual que la obligación del soldado es aguantar en la trinchera, la del payaso es hacer reír a pesar de todo. Claro que los payasos de la tele mentían igual que contaban la verdad, porque creían en lo que hacían, que es algo que ahora falta tanto como los payasos. Quizás por eso aún conecten con quienes no los conocieron. El otro día mi hija, que habla en ese idioma en el que hablan los bebés de un año, se quedó quieta escuchándolos. Aplaudió y rio, y le brillaba la mirada. Como las mejores cosas, de la nada.
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