Los Emmy: una excusa para recordar

La mejor comedia, y otra de las ganadoras de la noche, fue 'The Studio', una parodia sobre Hollywood que, precisamente, se ríe en su mejor capítulo ('The Oner') del uso y abuso de los planos secuencia: es un episodio descacharrante en el que el protagonista arruina una y otra vez el plano secuencia clave de la nueva película de Sarah Polley, y por supuesto todo el gag está contado en un plano secuencia. ¿No es suficiente plano secuencia la vida? También estaba bien el del final de 'Los años nuevos', que por supuesto no competía, pero la memoria es muy caprichosa. Si la vida fuera suficiente, por cierto, no tendríamos series.

En otro capítulo de 'The Studio', los productores de Continental están preocupadísimos por una posible polémica racista con su nueva película. Hacen de todo para evitarla, incluidas ecuaciones raciales de segundo grado, y cuando lo consiguen les estalla una bronca monumental porque han usado inteligencia artificial en el proceso. La cara que se les queda entonces es parecida a la de los ciclistas de la Vuelta a España. En la gala de los Emmy solo Javier Bardem y Hannah Eibinder se acordaron de Gaza. Ella, al menos, se llevó el premio a mejor actriz de reparto en comedia por 'Hacks'. «Como judía, es mi responsabilidad distinguir entre la identidad judía y el Estado de Israel».

El mejor drama fue para 'The Pitt', una serie de médicos donde la muerte importa más que el amor, y donde el gris de la vida solo se va con la intensidad, no con el humor. Contaba Reggie Ugwu en 'The New York Times' que muchos médicos la celebraban por su realismo. Es decir, por su tristeza.