'Robot Dreams' (****): Una maravilla para alumbrar a la infancia y deslumbrar a los adultos
«Es tan increíblemente buena esta película que incluso se permite el gran lujo de no perturbar al espectador mientras la ve»
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Pablo Berger es un cineasta deslumbrante y silencioso, que se toma mucho tiempo en hacer sus películas para que sean únicas, irrepetibles e inimitables, como el jamón ibérico. Ha hecho cuatro largometrajes en veinte años y cada uno de ellos es una lasca de gusto, ... aroma y talento exclusivos. 'Torremolinos 73', 'Blancanieves', 'Abracadabra' y ahora 'Robot dreams', un prodigio de animación, un maravilloso cuento para niños (para todos) ambientado en Nueva York y con un asombroso conocimiento del teclado y sus notas precisas para que la sensibilidad se convierta en melodía.
Es tan increíblemente buena esta película que incluso se permite el gran lujo de no perturbar al espectador mientras la ve: fluye con una ligereza absoluta y, de vez en cuando, una imagen, un quiebro del argumento, un arabesco, una idea, te toca levemente encima de los hombros y te advierte de que ahí hay algo tan grande, tan mullido sentimentalmente y tan perfecto como aquellas bocanadas de Chaplin o Jacques Tati que reunían silenciosamente humor y emoción. Y con volutas cinéfilas, como al banco de Woody Allen en 'Manhattan'.
La sencillez del primer plano, visual y argumental, un perro solitario y un robot, y el encanto de su plano largo, un Nueva York fascinante, rebosante en el detalle, en la línea y en la claridad del color, y en el que aún sobresalen al fondo las Torres Gemelas (Berger recoge la novela gráfica de Sara Varon). No hay diálogos, pero tiene la misma magia de la elocuencia que tenía 'Blancanieves', y esa historia de soledad, amistad, compañía, fidelidad y generosidad para detectar el momento adecuado de pensar en el otro, en los demás, se desliza a lo largo de toda la película y especialmente en su fabuloso tramo final. No hay palabras, pero cada imagen vale por miles de ellas.
El humor tranquilo, las emociones sugeridas, sentidas, la variedad y mixtura de pensamientos, ideas, deseos, en un festín de imaginación y talento para entrelazar lo real (lo que ocurre) y lo que se anhela o se añora. Con el acierto exquisito de atar los sentimientos con música, y atar el apego, el cariño, a una canción tan rítmica y pegadiza como 'September', de Earth Wind & Fire, que le proporciona un gracioso y alegre tejido emocional (de la música de esta película, como de las dos anteriores, se ha encargado Alfonso de Vilallonga).
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Por otra parte, y allí en el fondo, además de Nueva York, está la reflexión sobre lo humano, sobre lo mejor de lo humano, pero sin rastro del hombre, solo con animales dibujados y robots que buscan su agrado y compañía. Inteligencia natural y artificial, también emocional, que quien las necesite (o sea, todos) debería tomar nota.
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