Festival de San sebastián
'Los domingos' se eleva y toca el Cielo de la competición
Alauda Ruiz de Azúa, directora de 'Cinco lobitos' y de la miniserie 'Querer', presenta la mejor película del festival hasta el momento
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Iniciar sesiónAlauda Ruiz de Azúa, directora de 'Cinco lobitos' y de la miniserie 'Querer', por situarla en su mejor lugar, ha presentado en la competición del Festival 'Los domingos', una película increíblemente bien planteada y ejecutada que se ha puesto un peldaño por encima de todas ... las vistas hasta el momento. Además de insólita en el panorama actual del cine español, exhala auténtico riesgo, sensibilidad, equilibrio e inteligencia. Insólita, por la esencia del argumento que desarrolla: una chiquilla de diecisiete años, que estudia, tiene amigos, familia y mundo por delante siente la llamada de la fe y se plantea seriamente abrazar la vida de monja de clausura.
Nuestro panorama actual ve 'necesarias' películas en la que su protagonista, joven o niña, lo que necesita es cambiarse de sexo, o irse a una comuna, o abrazar una de las 'religiones' del siglo, sea el cambio climático, las causas 'humanitarias' o las causas animalistas. Alauda Ruiz de Azúa nos sitúa ante otro dilema crucial e igualmente minoritario: creer con tal fuerza en Dios que ansías escuchar su llamada.
Ainara, el personaje, está perfectamente construido, es atractiva, brillante en su círculo de amistades y compañeros de colegio, no desentona en su ambiente de adolescencia y comparte con naturalidad sus entusiasmos juveniles y carnales con una intensa e inevitable atracción al retiro religioso. Esta revelación produce en su entorno familiar una controlada conmoción, en su padre, en su maternal tía (Ainara es huérfana de madre), en su abuela y hermanos…
Alauda Ruiz de Azúa, que apoya la sensibilidad y elocuencia de su cine en el rostro y gesto de sus personajes, consigue que la joven actriz debutante Blanca Soroa exprese tal cantidad de sugerencias, entre las dudas y las certezas, entre lo espiritual y corporal, que su historia se deja entender en todas sus disyuntivas: entrar, permitir entrar, comprender, elegir, desanimar, obligar… Y en ese sentido están perfectamente trazados los demás personajes clave, el padre, la tía, la monja responsable, y en ellos, sus palabras y comportamientos, se aprecia la inteligencia, el equilibrio y la profundidad que busca la directora, en completa alianza con sus actores, la magnífica Patricia López Arnáiz, que abre y cierra con credibilidad la espita de su vehemencia y raciocinio; Miguel Garcés, un padre sin suerte ni muchos dones; Nagore Aramburu, una religiosa serena y que sabe del siglo más que los que lo viven. Y un personaje en segundo plano, el 'cuñao', digamos, pero que el actor Juan Minujin lo lleva a lo más alto y llena esta historia tan espiritual de un grandioso sentido laico y ético.
Alberto Rodríguez busca la Concha de Oro con dos tristes tigres
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La cámara de Ruiz de Azúa y la fotografía de Bet Rourich atrapan 'todo' en sus personajes, los dejan respirar, pensar, sugerir…, los dejan rebelarse y revelarse, y transmitir momentos de ternura, angustia, furia, calma, emoción y devoción que le permiten al espectador tanto negar como escuchar 'la llamada'. No es evidente que con un asunto tan transgresor (ahora) y tan extrañamente necesario (Creer) esta magnifica película llegue con la limpieza que ella tiene a las cabezas de hoy en día, tan faltas de un buen deshollinado.
También a por la Concha de Oro se proyectó 'Franz', una película de la veterana directora polaca Agnieszka Holland, que ha hecho cine a todos los lados del muro. El Franz del título es Kafka, de quien la directora pretende una especie de biografía en la que se puntean su carácter, sus obsesiones y muchas anécdotas de su vida literaria y amorosa, los personajes que influyeron en él (especialmente su padre, terco y gritón, interpretado a pulmón abierto por Peter Kurth) y detalles de su personalidad. En su retrato, a Agnieszka Holland se le queda un Kafka completamente kafkiano y que a veces da la impresión de medio lelo; lo interpreta Idan Weiss, con cierta afinidad física (seco como un sarmiento) y muy metido en su mundo. Alterna, junto a lo que es ficción y ambientación de la época, pasajes actuales con equipos turísticos por el mundo de Kafka, que no tiene otra función que la de subrayar que aquel alelado Kafka es hoy uno de los escritores más influyentes del siglo XX. No se conoce nada nuevo sobre Kafka, ni se sacan impresiones que no se supieran o sospecharan, como su lío metal con lo femenino y el sexo, pero tiene algo de divertido y mucho de enternecedor.
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