Karra Elejalde, el actor que irrumpe en el personaje
Si hubiera que limitar a Karra con una sola cualidad como actor, cosa del todo irrazonable, es que es arrollador: entra en sus personajes con la misma fortaleza y aplomo que Clint Eastwood en la cantina de ‘Sin perdón’
El actor Karra Elejalde
Muy pocos actores, y Karra Elejalde es uno de ellos, han conseguido ese efecto especial de que un plano, cualquier plano, mejore si están ellos en él. Y muy pocos, como Karra, como Alfredo, como Paco, no necesitan la redundancia del apellido para saber ... quiénes son y quiénes serán siempre. Si hubiera que limitar a Karra con una sola cualidad como actor, cosa del todo irrazonable, es que es arrollador: entra en sus personajes con la misma fortaleza y aplomo que Clint Eastwood en la cantina de ‘Sin perdón’… , es como si les dijera estoy aquí, personaje, para ponerte en tu sitio, para darte lo que mereces.
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Pero limitar a Karra es una torpeza, una inutilidad, es hacer una raya en el agua, y es tan fácil la necedad de encasillarlo como para él la naturalidad de salirse de la casilla. Es, desde luego, un actor portentoso para la comedia, para esculpir risa y júbilo a su alrededor, pero tiene tanto o más talento para verter lo contrario, serenidad, drama, armonía, abismo y hasta lágrima. Y con apenas unos meses de diferencia, sus cuatro últimas películas nos traen a un Karra Elejalde sin prospecto, sin hoja de instrucciones previas: ahora se estrena ‘Reyes contra Santa’, comedia ligerísima, familiar, en la que interpreta al Rey Melchor, y hace un par de semanas, en ‘Vasil’, la primera película de Avelina Prat , encarnó a un hombre serio, riguroso, que no le regala un guiño a la pantalla y capaz de producir oleadas de emoción. Y antes había cuajado para ‘La vida padre’ a un chef vasco y enturbiado de gracia y locura; nada que ver con el padre Ignacio Ellacuría, cargado de tragedia en ‘Llegaron de noche’, de Imanol Uribe, también estrenada este año.
Desencasillarse
Bien es cierto que una de las tareas más arduas de los grandes actores es desencasillarse, ese acto de valor, de renuncia al 'confort' solo comparable al de levantarse del sofá un domingo por la tarde para hacer algo provechoso (¡!). Algunos lo consiguen, como Cary Grant con Hitchcock, Bogart con Huston o Landa con Garci. Karra Elejalde saltó de su sillón de domingo, un salto acrobático, mortal, para meterse en la piel de Miguel de Unamuno en ‘Mientras dure la guerra’, la película de Alejandro Amenábar . El maravilloso Koldo de ‘Ocho apellidos vascos’ con todo su talento arrollador transformado física y espiritualmente en ese hombre de pensamiento espinoso, de talante puñetero y sin una brizna apreciable de sentido del humor. Más que salirse de la casilla, le dio una patada al tablero.
Nadie como Karra Elejalde para que la rutina no haga hilo en su trabajo; dirige, escribe guiones, retoca sus personajes o a sí mismo para que sean uno…, busca el alarde, como en ‘A Esmorga’ , la película de Ignacio Vilar en la que interpreta a un gallego y con una parla gallega que sorprendería a Valle-Inclán. ¡Karra Elejalde, que no solo es vasco sino que es, además, ‘el’ vasco, el paradigma, el molde! ¡Cuánta confianza y talento hay que tener para ser vasco y estar gallego!
Y una consideración, tal vez algo a la ligera, pero, a la vista del corpachón actoral que ha adquirido Karra Elejalde tras tres décadas largas de nutrición profesional, uno intuye que hay algo que se está, o debería de estar, fraguando a la altura de ese actor enorme. Aún lo ignora el sujeto que ha de escribirlo, el guion que ha de sostenerlo, la cámara que ha de filmarlo y nuestros ojos que han de verlo: el papel de su vida.
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