Atom Egoyan: «Como espectadores tenemos deseos ocultos»
El cineasta estrena este fin de semana «Chloe», un triángulo amoroso protagonizado por Amanda Seyfried, Julian Moore y Liam Nelson
JOSÉ EDUARDO ARENAS
Con «Chloe» Atom Egoyan muestra un nuevo punto de vista dentro de su filmografía al contener, en perfecta conexión, casi todos los componentes que conforman su universo cinematográfico, uniéndolos dentro de un trabajo muy deseado por el director armenio-canadiense, que vuelve con ... el ansia de narrar una historia que le fascinaba y justifica el que por primera vez acepte un guión ajeno –de la mano de Erin Cressida Wilson-. Le precede otra versión cinematográfica («Nathalie...», de Anne Fontaine) de la que cree que no exprimió partes importantes de la historia que ofrecían la oportunidad de realizar una nueva lectura en la que nada es lo que parece cuando entra en juego un triángulo(protagonizado aquí por la emergente Amanda Seyfried, Juliane Moore y Liam Nelson).
Elementos como los deseos ocultos, los celos o juegos de seducción, siempre funcionan en la pantalla. ¿Es «Chloe» la conclusión de buena parte del cine de Egoyan? ¿Es el reflejo de lo que el espectador común carece o busca en la vida real? «Como espectadores tenemos deseos ocultos –explica-. La posibilidad de ver una imagen prohibida provoca un deseo. Tenemos anhelo de otras expectativas, sensación de lujuria. Es un aspecto muy común. Lo que hizo viable el proyecto, con el que estoy encantado, es el reparto. Soñaba con trabajar con Juliane Moore. Éste era el guión perfecto, el personaje de la esposa de Nelson». Su personaje intenta atrapar la juventud que se le va entre los dedos. Ante la duda de que su marido pueda engañarla, intima con una joven prostituta de lujo, cuyo recorrido vital parece escrito de antemano, para que descubra la posible infidelidad. En definitiva, dos mujeres con miedo a «desaparecer –metafóricamente- por distintos motivos. Quería que ambas se obsesionaran la una con la otra».
Seyfried, extraordinaria
El elemento fantástico viene dado por el aleatorio comportamiento del cerebro humano, que enciende la chispa de lo misterioso, «y del hecho de que la ubicaciones logísticas del rodaje estén resueltas en ambientes reales que elevan la parte fantástica que usted apunta. Hay que examinar en la mente de quien están las fantasías que vemos en la pantalla. ¿Un reto para el espectador? –Se pregunta-. Es lo más emocionante para un cineasta. Se suelen ver las imágenes literalmente y perdernos los detalles». Que nos lo den hecho, que para eso hemos pasado por taquilla, ¿no? «Bueno, nuestra relación con las imágenes es compleja. La tensión entre pasividad y curiosidad es la base para que hacer cine resulte tan emocionante». La presentación de Chloe (Amanda Seyfried) es en sí misma un ejercicio de cómo describir un personaje con el atractivo sexual de una «baby doll» (Kazan-Carroll Baker) o una Lolita (Kubrick-Sue Lyon) que hechizará al marido apático en apariencia (Nelson). «Es interesante que mencione estos personajes, es un halago. En ningún momento fui consciente de que obtuviera semejante calado».
¿Sería demasiado frívolo preguntar a esta figura de culto cuándo eligió a Chloe, al verla en «Chicas malas» junto a Lindsay Lohan o en en el musical “Mamma Mia!?» No, no, —salta enseguida— la elegí antes de esas dos películas, cuando no era famosa. Seguramente no hubiera pensado en ella de haberla visto en «Mamma mia!»; pero es como le indico, la conocía desde hace tiempo, fue un punto y aparte en las pruebas. Extraordinaria. Pese a su fama, mantuvo el compromiso conmigo».
Poner al otro a prueba
A Egoyan le gustó la primera versión, «pero quise ir más allá, llevar las cosas hasta el límite entre las dos mujeres» . La elegancia en el vestir de los personajes, los ambientes cálidos, el cromatismo elegido para la imagen invita a adentrarse en la historia». Tenemos la idea de que una pareja que desconfía el uno del otro y trata de ponerse a prueba termina yéndose al garete. «Lo peor es poner al otro a prueba y no hacerlo a sí mismo. En este caso, la mujer esta enfrentándose a su propia "desaparición”, antes mencionada”». Un final sugerente para la imaginación del espectador propone varias consideraciones mientras el mundo seguirá: «Los componentes de un drama erótico que se convierte en trhiller». Moore como ginecóloga añade un morbo para el espectador conocedor de la pelirroja. El cineasta ríe con ganas: «Además, una ginecóloga que ofrece folletos sobre orgasmos. Hay que sospechar de ella».
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