Ya sólo queda Bin Laden

Decían los indios que la grandeza de un hombre se mide por la importancia de sus enemigos. Más allá de las cifras, no es fácil tasar la grandeza de una nación, pero es significativo el rigor con que escoge a sus adversarios. Muertos y arrestados ... Sadam Husein y Bobby Fischer, con Polanski en el purgatorio suizo, el último gran enemigo público del imperio es Bin Laden. El caso del director, la maldición que lo persigue, es digno del guión más cruel y retorcido, algo que no captó del todo el documental «Roman Polanski: wanted and desired», pese a sus dos premios Emmy. Los nazis y Charles Manson diezmaron su familia, pero no su coraje . Los cargos de violación a una menor son tan graves y delicados que no cabe frivolizar sobre ellos, si bien la chica retiró las acusaciones hace años y el juez siempre pareció un concursante en busca de fama. En todo caso, Roman también sobrellevó su vida de prófugo de lujo y no picó ante el Oscar zanahoria. Queda por ver si Sarkozy o Carla Bruni lo rescatan de su último infierno.

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