Lunes grisón en el Festival de Cannes con Alain Resnais y Kiarostami

La película de Kiarostami era, ya digo, una gyoza de bocadito, con un pizca de carne y otra de vegetales y que desaparecía casi antes de saborearse . Aunque, en japonés, el habitual estilo kiarostami rezumaba en diversos detalles de la película; por ejemplo, el capítulo más caro del rodaje fue, sin duda, la gasolina, pues ya se sabe que Kiarosatami mete una cámara en un coche y es capaz de hacer más kilómetros que un camionero búlgaro... Un coche en marcha y una cámara es para Kiarostami lo que una navaja de sierra para Sylvester Stallone ...

De la hora cincuenta que dura, al menos hora y treinta está de ruta por la ciudad con la misión de no enseñarla, pues la cámara va hipnotizada con el bigote del personaje . La historia es la gyoza : un viejo profesor solicita los servicios de una joven meretriz, que tiene un novio que trabaja en un garaje, es tercer dan de kárate e ignora la profesión de su novia… En efecto, podría parecer un argumento de comedia, y tal vez incluso lo sea , pero está Kiarostami en la misma disposición de que le salga una comedia, por cerca que esté de ella, como usted de volver al día de ayer, que también está ahí mismo. Y el caso es que el personaje del profesor Watanabe , tan recto como una vara de castaño , tiene mucha miga, aunque da la impresión de que Kiarostami, en Japón, era Bill Murray en la de Coppola. «Like someone in love» no tiene, es cierto, apenas recorrido, a pesar de que viaje tanto en coche.

Dicho lo cual, también se puede decir que la película de Kiarostami era un encanto y una juerga comparada con la de Alain Resnais , una de esas películas en las que conviene tener un cuarto de baño cerca… ¡qué pedantería!, ¡qué aburrimiento! , ¡que colección de nada con pretensiones!..., y todo a cuenta de una adaptación de la «Eurydice» de Jean Anouilh representada a varias bandas por la Compagnie de la Colombe y por algunos de los actores resnaisianos que han interpretado la obra anteriormente, como Sabine Azéma, Anne Consigny, Pierre Arditi, Lambert Wilson, Mathieu Amalric … La puesta en escena y la situación es tan creíble como el horóscopo de una revista, y en medio de ese falsete en el que todos van repitiendo lo mismo una y otra vez con más gola que el retrato de Don Sebastián de Portugal de Sánchez Coello, la cosa se acaba y es cuando debiera haber puesto el título, y bien grande: «Todavía no habéis visto nada» .