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Cardo máximo

Nos gusta Nadal

Es un espejo que nos devuelve nuestra imagen sensiblemente retocada para mejor, por eso nos gusta mirarnos y recrearnos en el reflejo de su azogue

Javier Rubio

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Seamos honestos con nosotros mismos: lo que más nos gusta de Nadal es que gana. Y, de forma vicaria, nos hace ganar a todos los que presenciamos su juego a miles de kilómetros de distancia por esa experiencia compartida que es la patria. Si Nadal ... no fuera el campeón que es, si no se hubiera alzado veintiuna veces con la victoria en alguno de los cuatro grandes torneos del planeta tenístico, no lo tendríamos en consideración. Todo lo más, alabaríamos sus virtudes, tan evidentes, pero acompañadas con una mueca de decepción, la que acompaña siempre a los perdedores, a los tipos que no están tocados por la fortuna o el destino para quedar por delante de los demás. Pero gana y eso es lo único que nos importa. Si además, como es el caso, es un tipo elegante al que no se le conoce ninguna salida de tono, con un saber estar innato y una humildad que contrasta con la exhibición de pavos reales que es la pasarela del deporte profesional, miel sobre hojuelas. Sobre todo, porque nos sirve para lavar la conciencia de todo lo que echamos en falta en nuestro propio comportamiento individual y colectivo. Rafa Nadal es un espejo que nos devuelve nuestra imagen sensiblemente retocada para mejor, por eso nos gusta mirarnos y recrearnos en el reflejo de su azogue.

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