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Cardo máximo

Bodrios

Lo que nos deja esta ola de urbanismo mercantilista es que ni siquiera se procura una justificación estética

Javier Rubio

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Muchas veces, divagando por el Centro sin rumbo fijo, me asalta una idea recurrente que nunca me he atrevido a poner en marcha: un concurso de bodrios arquitectónicos en la parte más monumental de la ciudad que la especulación desventró en la década de los ... 70 con aquel malhadado Prica del que ya nadie se acuerda. El catálogo resultante sería muy completo: hay fachadas de ladrillos oscuros y ventanas ridículas pero también pastiches de paredes encaladas y moldurones color albero con la impostura de quien se disfraza, terrazas como de apartamento playero a las que ni siquiera les faltan los bikinis puestos a secar en la barandilla y balcones estrechos en los que no cabe ni una maceta. ¿No es acaso la desaparición de las flores urbanas que coloreaban las calles la nota definitoria de nuestro estilo de vida descarnado, frío, acomodado, aburrido, individualista, pragmático sobre todo?

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