Venga, a hacerlo bien

La prueba palmaria, aún a expensas de comprobar la capilaridad ciudadana que consigue, la tenemos en el Partido Popular. La misma formación política que hace poco más de un mes estaba muerta hoy no sólo vuelve a mostrar constantes vitales. Las siglas que parecían condenadas a su desaparición y nos traían a la memoria el ocaso de todos esos partidos tradicionales de Europa de los que ya nadie se acuerda emergen con fuerza después de este fin de semana.

El congreso de Sevilla no sólo ha supuesto un chute de autoestima interna (lo que es fundamental) sino que además ha servido para poner unos cimientos que no pueden sino servir para que en el ático se cambie un colchón. Ya saben.

«Lo haremos bien», como lema del cónclave, ha sido reconocimiento absoluto de lo mal que se había hecho antes. Por eso preferimos quedarnos con la arenga. «Presidente Feijóo», repitió ayer varias veces Juanma Moreno durante su discurso ante el ilusionado plenario. El eje instaurado ya de facto entre Andalucía y Galicia, con la línea de meta en Madrid, corrige el terrible mecanismo que los anteriores gestores del partido habían construido para tratar de que la máquina andara. Y claro, no contar con los principales centros de poder territoriales con lo que se contaba era como ponerle las ruedas en el techo al vehículo.

Ahora la historia será diferente. Cuando el cambio político llegó a Andalucía, se encontró con un gobierno en Madrid poco proclive a ayudarlo. Pese a todas las calamidades, aquí las cosas han funcionado razonablemente bien. ¿Qué ocurriría si el tándem no sólo 'okupa' Génova sino que termina llevando a Feijóo a La Moncloa?