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Razonamiento puerco: arrojar españoles a los lobos
¿Cuál es el razonamiento del cerdo?: «arrojaré a los lobos a quienes voten por otro puerco»
A mediados del siglo XIX, Peter Asbjørnsen y Jørgen Moe publicaron 'Cuentos populares noruegos' (1841), donde incluyeron una historia rusa: una familia huye a través de la nieve, mientras una manada de lobos persigue incansable su trineo. La familia va arrojando enseres, equipaje y cualquier ... cosa que suponga un lastre, hasta que —a punto de ser alcanzados por los lobos— el padre decide aventar al más pequeño de sus hijos para que la manada deje escapar al resto de la familia. Aquel episodio impresionó al joven Ángel Ganivet, quien lo uso de contexto para escribir una de las frases más terribles de la historia del ensayismo español: «A veces creo que habrá que arrojar un millón de españoles a los lobos, si no queremos arrojarnos todos a los puercos». La expresión se encuentra en 'Idearium español' (1897), un libro donde la crisis nacional y la depresión personal prefiguraron el suicidio de Ganivet en Letonia, donde era cónsul.
¿Por qué le sobrecogió tanto a Ganivet aquella anécdota rusa? Como candidato a una cátedra de griego, Ganivet tenía que conocer muy bien los capítulos que Tucídides dedicó a la Guerra de Córcira, donde la crueldad y el sectarismo les cambiaron el sentido a las palabras, donde el odio al contrario se impuso al patriotismo y donde el ansia de poder arrasó con las leyes, las costumbres y las creencias. Asimismo, al igual que otros maestros del 98 —como Baroja, Unamuno u Ortega— Ganivet fue testigo de las atrocidades perpetradas durante las guerras carlistas y sin duda tendría presente los ominosos años del reinado de Fernando VII. Es decir, que Ganivet era consciente de la brutal violencia secular de unos españoles que «se despedazan como lobos», a diferencia de otros pueblos europeos «mansos como cerdos». Creo que Ganivet llegó a empatizar con aquel padre que arrojó a su hijo pequeño a los lobos, porque razonó como el inminente padre suicida que sería. Sin embargo, más de cien años después quienes conducen el trineo que huye del peligro son precisamente los puercos, la masa gregaria y mediocre que horrorizaba a Ortega, Unamuno y Ganivet.
¿Cuál es el razonamiento del cerdo?: «arrojaré a los lobos a quienes voten por otro puerco». Basta contemplar la desoladora carajicomedia que perpetran nuestros dirigentes culpándose unos a otros, mientras miles de familias lo han perdido todo en incendios, inundaciones o erupciones volcánicas, para que semejantes vilezas nos insten a sospechar que más de un dirigente político vive persuadido de que puede obtener réditos electorales de la ruina y la miseria de los ciudadanos. Por eso, cada vez que alguien se arroga la representación de las víctimas de los incendios, la DANA o el volcán de La Palma, lo más probable es que se trate de una estrategia de razonamiento puerco: «después de perderlo todo tienen que votarme a mí».
Los votantes somos los que estamos todavía dentro del trineo, a merced de los cerdos que Ángel Ganivet quiso eludir arrojándose a las heladas aguas del río Duina.
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