pásalo
Los pitos y el respetable
Los pitos y abucheos a Sánchez son cada vez más comprensibles
Cuando el individuo se agrupa y masifica, se apeñasca y colectiviza, suele decantar conductas excesivas, aborregándose de pensamiento y obra, dando rienda suelta a sus instintos más impulsivos y rupestres. En cualquier manifestación deportiva cargada de electricidad y rivalidad mal digerida, pueden comprobar lo que ... les digo. Posiblemente lo habrán vivido más de una vez. La gente inflamada por las emociones y las discrepancias irreconciliables lo mismo te pita y abuchea en un estadio que en un desfile militar. La cuestión es saber si está justificada la bronca a un central en búsqueda y captura, a un árbitro que fuera amigo de Negreira o a un presidente de gobierno. A Sánchez le pitan los oídos desde el pasado 12-O. Más por el eco de la algarabía que le montaron los que jamás comulgarán con su forma de gobernar que por lo que hablan de él a sus espaldas, que no son pocos y se ve obligado a depurarlos expulsándolos del partido…
Para el grado de osadía y riesgo político que es marca de su forma de gobernar, Sánchez demuestra tener la piel muy fina para estos excesos. Yo jamás abuchearía a un presidente de gobierno. Fuera el que fuera. Pero no soy un ejemplo que seguir en nada. Y menos para nadie. Por lo que concluyo que si a Rajoy le chiflaron por pusilánime y a Sánchez por saboteador puedo llegar a comprenderlo. Los 12-O se han convertido en esta nación, diga lo que diga la ministra Robles, en un acto de adhesión in quebrantable al Jefe del Estado, a la Casa Real y al Ejército, garantes todos de la Constitución que pretende ensanchar el sanchismo para los enemigos declarados de España, estrechándola para el resto de los españoles constitucionalistas. La piel tan fina que, para estos casos de imagen pública, exhibe el señor Sánchez, es inversamente proporcional al caparazón de armadillo que viste para saltarse líneas rojas de nuestra política. Esa temeridad que no le perdonan los iconos más veteranos del partido y parte del respetable que se lo manifiesta en una parada militar, en un acto público o en un mitin de su propio partido. En Sevilla aún recordamos la que le montaron en Dos Hermanas, por ejemplo.
Así que la desaprobación, más o menos encendida, que ha ido recogiendo desde que eligió el territorio comanche de ultraderechistas catalanes, independentistas y bilduetarras, para buscar contra natura democrática un acuerdo que lo lleve a La Moncloa, es más que comprensible. En vez de arremeter sus comerciales contra los iracundos deberían indicarle a su jefe que hay decisiones que no se digieren con un cambio de opinión. El 12 de octubre se lo guardó el señor Sánchez muy gritado en su memoria, con el estrambote de una de Podemos que acusó a España de genocida con una pañoleta palestina al cuello, quizás para que la gente deje de contar depredadores sexuales que siguen saliendo a la calle por una ley que parece que firmaron enemigas encarnizadas de las mujeres.
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