tiempo recobrad
En la estela de McKinley
Trump se considera ahora el paladín de unos valores y de un modelo que quiere imponer por la fuerza
Nueva York
El retablo de las maravillas
Todo mito es una búsqueda del tiempo perdido. La frase es del antropólogo Claude Lévi-Strauss, que sostiene que cada cultura se fundamenta en una visión histórica que se reafirma en su propio pasado. Hay que interpretar sus palabras en el contexto de su polémica ... con Sartre, al que acusaba de utilizar la historia de forma etnocéntrica y arbitraria.
Aunque han transcurrido 60 años, el debate mantiene su pleno sentido y, a mi juicio, sirve para ilustrar las motivaciones de Donald Trump para atacar Irán. No hay más que leer su discurso en el Congreso el día de su toma de posesión para comprender por qué decidió bombardear las plantas nucleares de Irán.
Trump habló aquel día de restaurar el Imperio Americano, poniendo como referencia a William McKinley y subrayando expresamente que Estados Unidos volvería a ser la potencia planetaria y el vigilante del orden internacional, los dos papeles que desempeñó hasta la llegada de Nixon al poder.
McKinley fue el presidente que inició la guerra de Cuba y el impulsor del tratado de París que permitió a Estados Unidos adueñarse de Guam, Filipinas y Puerto Rico. Ese espíritu imperial lo ha heredado Trump, que aboga por someter la legalidad internacional a los intereses de su país.
McKinley gobernó en los últimos años del siglo XIX hasta que fue asesinado por un anarquista. El error de Trump es ignorar que han transcurrido más de 120 años y que el mundo ha cambiado. No sólo la hegemonía de Estados Unidos está amenazada por China, sino que además la globalización, las nuevas tecnologías y la posibilidad de realizar atentados terroristas a una escala jamás vista han creado un escenario de enorme volatilidad e incertidumbre.
Lévi-Strauss ya alertaba del peligro de la ilusión de superioridad de la cultura occidental, que llevó a Estados Unidos a cometer dislates como la intervención en Vietnam. Trump se considera ahora el paladín de unos valores y de un modelo que quiere imponer por la fuerza. Lo que no obsta para denunciar que el régimen de Irán es una dictadura que viola los derechos humanos y niega la autonomía de las mujeres.
Podemos estar de acuerdo en que Irán, patrocinador de Hamás, es un peligro para la estabilidad en Oriente Próximo. Pero la paz no se puede imponer por las armas ni vulnerando la legalidad internacional. Bombardear de forma unilateral un país es una incitación a la guerra.
Ya sufrimos las consecuencias de la invasión de Irak en la época de Bush. Ahora resulta muy difícil anticipar la respuesta de Irán, que tiene en su mano atacar las bases americanas en la zona, cerrar el estrecho de Ormuz o recurrir a atentados terroristas. La dinámica en la que Trump nos ha metido es tan peligrosa como irresponsable. Sabemos cómo ha empezado esto, pero no cómo va a acabar. O sea, que no sabemos nada.
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