'Las Moradas' cinco estrellas

El último episodio es la adaptación como hotel de la antigua Casa de Santa Teresa en la calle Zaragoza, antigua de la Pajería. Al menos seguiremos disfrutando de la hermosa fachada que nos lleva a los tiempos en los que Santa Teresa caminaba por la Sevilla del Siglo de Oro. Esa ciudad en la que se mezclaban en esta collación las santas del convento con las meretrices vecinas del famoso Compás de la Mancebía.

Lo malo de esta alternativa para salvaguardar el patrimonio es que el interior recordará poco al edificio histórico que, por otro lado, se perdió hace tiempo. Pero algo quedaba aún en el aire que hacía evocar la atmósfera de la Sevilla en la que Teresa de Ahumada tuvo un grave encuentro con la Inquisición y pensó que moría sin morir muriendo.

Ahora aquel lugar santo de las carmelitas descalzas que lucharon por el ascetismo de la orden tendrá suites de lujo. Y el Dios que andaba entre los pucheros, según prometía la santa, será uno de esos chef con estrellas Michelín, que son los dioses del presente. Habrá piscina y un solárium para que los turistas se tuesten con el fuego de Sevilla que tanto amargaba a la santa: «No sé si la mesma clima de la tierra, que he oído siempre decir los demonios tienen más manos allí para tentar».

Cuando se inaugure el nuevo hotel ya sólo nos recordarán el pasado las palabras de Teresa de Ávila en su 'Libro de las fundaciones': «Paréceme no se ha de sentir en ella el calor. El patio parece hecho de alcorza. El huerto es muy gracioso; las vistas extremadas». Hermosas vistas para que leviten de gozo místico los turistas cinco estrellas de las nuevas moradas de Santa Teresa.