LA TERCERA
Despertar de la ingenuidad
«Las acciones desestabilizadoras y hostiles de Rusia no solo se limitan a la brutal guerra en Ucrania. Durante años, lleva dirigiendo sus operaciones híbridas no solo a sus vecinos y otros países europeos, sino también en el Sahel»
La Tercera de ABC

A principios de mayo, conmemoramos el 80º aniversario del fin de la II Guerra Mundial y el 75º de la Declaración Schuman, que sirvió como base para la creación de la Unión Europea. Este año, Finlandia festeja su 30º aniversario como miembro de la UE. Hay que celebrar y valorar aquella larga etapa de estabilidad y de la integración europea que siguió a la II Guerra Mundial. No obstante, por una buena razón se construyó, junto al proyecto europeo de la paz que es la UE, una fuerte alianza transatlántica de defensa, la OTAN. La Unión Soviética era para la Europa occidental y sus socios transatlánticos la amenaza de seguridad más importante.
Después de la Guerra Fría, tras la caída del Muro de Berlín, en Europa se quería creer que Rusia estaba en buen camino para llegar a ser un Estado democrático con el que se pudiesen construir relaciones políticas y comerciales funcionales. Sin embargo, ya en 2008, Rusia demostró con su ataque a Georgia, que había decidido volver a su política de poder basada en aspiraciones imperialistas. La anexión ilegal de Crimea y las acciones de guerra en el este de Ucrania por parte de Rusia desde 2014 formaban parte de la misma finalidad. El ataque militar a Ucrania en febrero de 2022 y la guerra ofensiva que ha mantenido desde entonces demostraron a más tardar que Rusia continúa persiguiendo sus fines imperialistas mediante esa política de poder, violando el derecho internacional. A todo el pueblo finlandés, el 24 de febrero de 2022 le trajo recuerdos vivos del último día de noviembre de 1939, cuando la URSS atacó Finlandia.
Las acciones desestabilizadoras y hostiles de Rusia no solo se limitan a la brutal guerra en Ucrania. Ya durante años, Rusia lleva dirigiendo sus operaciones híbridas no solo a sus países vecinos, y a nivel más general a países europeos, sino también a los del Sahel, entre otros. Cuando en caso de su vecindad la caja de herramientas de operaciones híbridas incluye, por ejemplo, la instrumentalización de la migración o la interferencia de las señales GPS, llegan sus operaciones de desinformación y sabotaje también hasta otras partes de Europa – y todo el mundo. En el Sahel, la corrupción sistemática ha demostrado ser una herramienta eficiente para desestabilizar los países de la zona. ¿Hemos llegado a comprender en Europa estos procesos evolutivos y actuado para proteger la unidad, estabilidad y seguridad de nuestras sociedades y nuestro continente? La respuesta será: en parte, sí, pero todavía no suficiente.
Una gran parte de los países europeos desmanteló su sistema de servicio militar tras el fin de la Guerra Fría. El énfasis en cuanto a las relaciones con Rusia se movió al comercio. El petróleo y gas baratos que ofrecía Rusia eran una manera tentadora de afianzar la competitividad de la industria europea. No se vieron –o no se quisieron ver– aquellos riesgos geopolíticos que ocasionarían la dependencia energética de Rusia. En Europa, se ha querido confiar, de modo cándido, en el proceso democrático ineludible de Rusia, así como de otros países de mundo. En esta misma ingenuidad se ha basado nuestra actual desventaja tecnológica en cuanto a EE.UU. y China. Tampoco nos hemos preocupado suficientemente de nuestras capacidades de defensa, ya que nos hemos apoyado demasiado en las capacidades militares de EE.UU. Los claros mensajes transmitidos por la Administración actual de Washington han ayudado a entender que, al fin, los países europeos tienen que responsabilizarse de la seguridad de su continente.
Por supuesto, también hemos alcanzado logros en muchos campos. Ya durante años, la UE ha ido fortaleciendo su política de seguridad y de defensa común y creado un marco para apoyar a la industria de defensa europea. El apoyo de la UE a Kiev ha tenido un papel clave en la lucha de defensa de Ucrania. El libro blanco de la defensa y la propuesta para el instrumento SAFE publicados esta primavera son vías importantes para reforzar la seguridad y defensa de la UE. El informe del expresidente finlandés Sauli Niinistö crea una base hacia una 'Unión de Preparación' y un concepto integral sobre la seguridad. Durante los últimos diez años, tanto la UE como la OTAN han ido desarrollando su capacidad de actuar contra la influencia y amenazas híbridas y también para colaborar entre sí. La OTAN se ha fortalecido por el ingreso en 2023 y 2024 de dos nuevos miembros, Finlandia y Suecia, dotados con importantes capacidades militares. En Europa, entendemos al final, que la competitividad de nuestras economías y tecnologías forman la base de nuestra seguridad y trabajamos hacía la necesaria autonomía estratégica.
Sin embargo, nos queda mucho por hacer. Todos los países miembros de la OTAN tienen que cumplir con su compromiso de subir su gasto nacional de defensa a un 2 por ciento del PIB, como se acordó en 2014, y prepararse para la decisión de aumentar este porcentaje aún más en la próxima cumbre que se celebrará en La Haya. La UE tiene que llevar a cabo rápidamente las decisiones necesarias sobre todas aquellas acciones con las que fortalecer la capacidad de defensa de Europa y aumentar el apoyo a Ucrania. Hay que incrementar presión y sanciones contra Rusia hasta que Moscú comience verdadera y sinceramente a negociar una tregua y, a más largo plazo, la paz.
Cada país de la UE tiene su propia historia y perspectiva geográfica que influye en los énfasis en nuestras evaluaciones de amenazas, así como en nuestras estructuras de seguridad y defensa. Por su vecino oriental, Finlandia nunca ha desmantelado el sistema de servicio militar obligatorio y, por tanto, en tiempo de guerra es capaz de llamar a las armas a unos 280.000 soldados. Después de la II Guerra Mundial, hemos construido un modelo de seguridad integral, cuyo objetivo es la capacidad de mantener las funciones esenciales de la sociedad en todas las circunstancias. También hay españoles que han viajado a Finlandia para conocer la red de los refugios subterráneos excepcionalmente amplia a nivel europeo y nuestro sistema de seguridad de suministro basado en la cooperación entre los sectores privado y público. En nuestro país, es normal ir a tomar un café y conversar sobre el kit de emergencia de 72 horas, algo que se ha recomendado en las instrucciones nacionales en caso de situaciones de crisis. La alta voluntad de los ciudadanos de defender nuestro país es una piedra angular de la resiliencia. La adhesión a la OTAN en la primavera 2023, tras un proceso de adhesión sin precedentes en su rapidez, fue un paso esencial en el reforzamiento de nuestra seguridad. La cooperación con los socios de la UE y los aliados de la OTAN es fundamental para Finlandia.
Seguramente exista un debate en estos momentos en todos los países europeos sobre cómo reforzar simultáneamente su propia seguridad así como la seguridad y defensa de la Unión, y garantizar a la vez los servicios universales a los ciudadanos, pertenecientes a un Estado de bienestar. En este debate es importante recordar que la defensa es un pilar fundamental de una sociedad de bienestar y es una prioridad de los gobiernos velar por la seguridad de sus ciudadanos. Por otro lado, hay que recordar que la resiliencia de las sociedades ante operaciones de influencia o las crisis requieren también una cohesión y confianza social, algo que se construye con un sistema de educación y servicios públicos funcionales y universalmente accesibles. Estos enfoques no son excluyentes entre sí: se complementan.
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