todo irá bien
La mancha en tu nombre
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Iniciar sesiónSabemos que Rafa Mir ha sido acusado de agresión sexual pero mucho antes de saber si estas acusaciones son ciertas. Mucho antes de que haya tenido siquiera la ocasión de declarar ante el juez, su nombre ha sido manchado y en las mentes de ... muchos quedará para siempre como culpable. Del mismo modo que no se puede publicar el nombre de las denunciantes, no tendría que poderse publicar el nombre de los acusados hasta que no haya una sentencia firme. El señor Mir tiene derecho a la presunción de inocencia como cualquier ciudadano de un país democrático y este derecho ha sido vilmente pisoteado. Este derecho a no ser prejuzgado, este derecho a la dignidad y a tu buen nombre. Ni las causas más justas pueden defenderse con linchamientos ni métodos intimidatorios y mafiosos. Cuando la Justicia decide, entonces es lo propio que la sentencia se dé a conocer y cada cual cargue con el peso público y privado de lo que ha hecho. Es lo justo, es lo razonable y es lo que toca en un Estado de derecho.
Nada de esto es lo que ha pasado ni pasará con el señor Mir, que ya no tiene la opción real de ser inocente. Este chico ha perdido, por una acusación que ya veremos cómo se sostiene, el derecho de mirarse en el agua clara de la tranquilidad porque su nombre ha sido ofrecido como carnaza mediática. Da lo mismo si hay pruebas, que no digo que no las haya. Dan igual las argumentaciones de las partes, y su credibilidad, porque cualquiera se va a atrever a poner en duda la decisión del juez o el tribunal en nombre del machismo institucional, estructural o endémico de nuestra sociedad, que no reconoce suficientemente a las víctimas de la violencia doméstica.
La igualdad, si tanto la deseamos, consiste en que sea el mismo delito y esté castigado con la misma pena el hecho de publicar el nombre de las denunciantes, sin su permiso, que publicar el de los denunciados cuando aún no han sido condenados. Precisamente porque nuestra sociedad se toma en serio estos delitos, no puede ser que se atribuyan sin comprobación ni sentencia a cualquiera que tenga la mala suerte de haber sido víctima de una acusación, que todos sabemos que sólo necesita de la palabra de una mujer para ser aceptada e investigada.
No conozco a Rafa Mir ni sé qué hizo. En Cataluña el periodista Saül Gordillo fue acusado de lo mismo o parecido pero cualquiera que vea las imágenes que –por suerte– se grabaron en la discoteca donde se supone que se produjeron los hechos puede darse cuenta de que el relato de la denuncia es absolutamente contrario a lo que en verdad sucedió. Ello no impidió que el señor Gordillo perdiera su trabajo, fuera expuesto como un agresor y tuvieran él y su familia que soportar un dolor atroz. A pesar de que todas las evidencias recalcan su inocencia, la Justicia, que tan presto acudió a mancillar su nombre, es ahora desesperantemente lenta en dictar sentencia.
Y luego, quién borrará la mancha en tu nombre.
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