Peloteros

Las selecciones españolas de cricket y de béisbol no están llenas de españoles con ocho apellidos vascos, catalanes, vallisoletanos o andaluces. La primera tiene jóvenes de ascendencia pakistaní o india. La segunda, jóvenes con raíces cubanas, dominicanas o venezolanas. Al frente del cuerpo técnico del equipo de béisbol, un venezolano con experiencia en las ligas estadounidenses que dice 'peloteros' en lugar de jugadores. Muchos son profesionales en ligas extranjeras porque aquí no se vive del béisbol (ni comparación con las mujeres futbolistas que sí viven aquí del fútbol, como Alexia Putellas en el Barça). Los peloteros se han proclamado campeones de Europa después de 68 años. Los del cricket se han clasificado para el europeo y la imagen escuchando el himno nacional ha provocado comentarios jocosos sobre su aspecto. Vale, lo jocoso se puede confundir con lo racista, pero solo porque parecían lo que parecían: hindúes o pakistaníes.

En Murcia nos reíamos mucho de Juanito Muehlegg, nuestro esquiador de fondo. Johan no parecía murciano. Ni por el deporte practicado ni por el aspecto. Mi tía Justa fue una vez de vacaciones con una sobrina a la Costa Brava y al volver me dijo que había «mucha gente de esa rubia, alta… ¡de Alemania!». Johan Muehlegg era alemán, así que el choteo era choteo y no racismo de murcianos contra alemanes. Las tres medallas de oro en Salt Lake City en 2002 las tuvo que devolver porque se había metido darbepoetin, hormona sintética extraída de hámsteres chinos que sustituyó a la EPO.

No todo es machismo, no todo es racismo. A veces nos podemos reír.