vivimos como suizos
Monjas
En el reparto de las clarisas herejes aparece hasta un negacionista del Holocausto
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Iniciar sesiónLas mujeres, monjas o no, tenemos muchas papeletas para que nos llamen locas. Más que los hombres, curas o no, excomulgados o no. La historia de las clarisas de Orduña es más interesante que cualquier serie con muchos guionistas y el libro de William ... Goldman bajo el brazo. Está la abadesa que iba a cumplir el tiempo en que se puede ser abadesa (doce años), hay una operación inmobiliaria (vender un convento para comprar un monasterio) y hay un peculiar obispo excomulgado miembro de la comunidad thuquista (seguidor del obispo cismático vietnamita Ngo Dihn Thuc que consagró al papa Clemente del Palmar de Troya). Él mismo fue consagrado por otro cismático, monseñor Williamson, prelado lefebvreiano que niega el Holocausto.
Además, el obispo excomulgado y thuquista al que ahora siguen las monjas, nacido en el «Reino de Jaén», tiene, según he leído en 'El Correo', una bandera rojigualda en su jardín «sin el ignominioso escudo de la atea Constitución de 1978». Cuenta Carlos Benito que cuando en 2008 lo visitaron en su piso bilbaíno de casi 300 metros cuadrados, una doncella con cofia cubrió con una mantilla la cabeza de la periodista. Esta lumbrera, y ahora también las monjas clarisas herejes, niega cualquier legitimidad a los papas desde Juan XXIII.
El señor de Jaén (o una persona relacionada con él) sería el benefactor que las clarisas habían encontrado para comprar el monasterio de Orduña (de otras clarisas). Cuando ellas consiguieran vender el convento de Derio usarían ese dinero para comprar al benefactor la propiedad de Orduña. Pero las monjas no soltaban prenda al obispado sobre quién era ese benefactor y el obispado, al creer que era el excomulgado, no lo iba a permitir. Y acabaron siendo convocadas al notario por las otras clarisas para rescindir el contrato de compraventa.
Monjas haciendo lo que les da la gana. Bien. Aunque van y cambian un papa y un obispo todo lo normales que pueden ser un papa y un obispo por un tío raro. Libertad, sí, ¿pero elegir sumisión a semejante individuo? Las mujeres, monjas o no, somos bastante gilipollas.
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