Suscribete a
ABC Premium

Arma y padrino

Tiempos orteguianos

Me agota un poco que ya todo deba leerse en clave política e ideológica, interpretarse desde una postura irreconciliable con otra

Gana el PP y no pierde nadie

Orgullo y demérito

Rebeca Argudo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El otro día, en la Feria del Libro, estuve hablando de humor con la escritora Bárbara Mingo, con Jesús García Calero (director de ABC Cultural) y con el gran Juan Carlos Ortega. Ortega es un genio y poco lo decimos. Y a mí, que ... le adoro porque, además de ser un tipo inteligentísimo y brillante, es una persona extraordinaria (ese tópico de «gran profesional y mejor persona» que tanta rabia me da, como el de «muy amigo de sus amigos», debió inventarlo alguien que conocía a Juan Carlos) me molesta que le coloquen en un rincón ideológico para explicar su humor. Están los que le sitúan en la izquierda y le aplauden que desde la izquierda haga sátira con la izquierda (suelen ser de derechas), y están los que le colocan en la derecha y le reprochan que se haya pasado al lado oscuro e ironice con la izquierda (suelen ser de izquierdas). Ni unos ni otros han entendido nada. Se habrán reído, sí. O se habrán ofendido. Les habrá parecido ingenioso y ocurrente. Les habrá incomodado o les habrá divertido. O las dos cosas, que no son incompatibles (es sanísimo reírse de uno mismo y de las cosas que más en serio se toma en la vida). Pero, desde luego, no han entendido nada. No han comprendido que el humor de Ortega no parte de ninguna predisposición ideológica ni de ninguna posición moral. Juan Carlos no juzga. Él observa la realidad con la curiosidad de un crío y la precisión de un entomólogo. Y, con eso, él crea mundos que no existen pero que están en este. Y nos hacen reír.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia