Perdigones de plata
Al ralentí
Si el talegazo se desarrolla con pachorra, la caída no sólo es más dura, sino que la recuperación se retrasará
El silencio
El dogma
Me encantaba recostarme colocando los pies sobre el escritorio gracias al balanceo de la encuerada butaca que me sujeta cuando le doy a la tecla. De esa guisa, pitillo relajante enchufado para buscar el adjetivo, que diría Pla, mi sesera vagabundeaba entre la modorra y ... el humo. Y así, medio inclinado, desafiando el equilibrio muy funambulista de salón, me sentía como Henry Fonda en 'Pasión de los fuertes'. Hasta que, hace unos días, el respaldo cedió harto traidor y me comí un fostión, de espaldas, contra el suelo. Yací sobre el parqué como una cucaracha kafkiana, pero sin retorcerme. Dolor. Máximo dolor. Y rabia. Toneladas de rabia. Por suerte nadie vio la apoteósica categoría de ese golpe que me deslomó. Lo peor de las caídas callejeras viene con las miradas del prójimo y esas sonrisas zigzagueantes que te humillan. En la soledad del hogar el daño te acuchilla pero al menos nadie destripa tu torpeza.
Le narraba esta experiencia a un amigacho y me preguntó: «¿Te caíste despacio o rápido?». Me sorpendió su curiosidad, pero la entendí rapidito. «Lento, caí lento, a cámara lenta…». El otro asintió frailuno, comprensivo, bondadoso. En efecto, cuando eres un señor provecto y sufres un traspié te precipitas contra el asfalto o las baldosas de tu morada envuelto en una extraña lentitud que le proporciona un aire irreal al toñazo. Sin embargo, cuando eres un joven pletórico de energía tu batacazo se produce a toda máquina y te levantas en un suspiro tan campante, sin apenas lesiones ni afrentas. Esa es la terrible, cruel diferencia que conviene asumir con cierta deportividad y algo de asco. Anda la parentela sanchista en trance de hundimiento y me temo que la exasperante lentitud de su culada se desliza en su contra. Existe cierta proporcionalidad casi matemática en esto de los talegazos: si el despeñamiento sucede a toda pastilla, la resurrección también lo será. En cambio, si el talegazo se desarrolla con pachorra de gabarra, la caída no sólo es más dura, sino que la recuperación se retrasará. Ellos sabrán.
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