Suscribete a
ABC Premium

PERDIGONES DE PLATA

Días de luto

Me llegan a dar diez días, como pretende Yolanda Díaz, tras el fallecimiento de un ser querido y me subo por las paredes

Prohibir el 'jalufo'

Tradición sobrecogedora

Ramón Palomar

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Sólo durante sus últimos años se permitió prescindir del negro riguroso para trasladarse al gris sobrio. Hasta entonces, a mi abuela siempre la había conocido enlutada. Agarraban el luto quizás en el último tramo de la juventud y ya no lo abandonaban porque las muertes ... de la parentela se encadenaban como si las pompas fúnebres formasen parte de una rutinaria cadena de montaje del más allá, del suspiro final, del largo adiós, de lo que ustedes quieran. La muerte casi siempre estaba ahí, muy cerca, de cuerpo presente y de velatorio plomizo. A veces era un primo, una tía, un suegro, el marido cirrótico, una hermana. El luto ahora se nos antoja una extravagancia, pero en aquel entonces las señoras de la generación de nuestras abuelas, en aquellos pueblos que no eran sino la crónica constante de las muertes anunciadas, representaba una obligación que se asumía como quien acepta la diabetes, el asma o la tuberculosis.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia