PERDIGONES DE PLATA
Adictos a la bronca
El día que no encuentren una causa que merezca su alarido morirán de pura pena
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Iniciar sesiónSi todos los españoles que aseguran haber corrido delante de los «grises» hubiesen practicado esa modalidad de peligrosa gimnasia, la historia de nuestro deporte estaría plagada de campeones en atletismo. La mayoría miente, pero les encanta lucir esa condecoración gaseosa en la pechera porque ... así sienten cierto marchamo revolucionario. Los activistas profesionales, en realidad, también son verdaderos amantes de pedalear largas temporadas. Van de etapa en etapa, con sus metas volantes de violentos vómitos, sus cumbres de broncas, sus contrarrelojes de fuego. Basta observar la edad de la mayoría de los que reventaban la Vuelta para adivinar su historia de lucha basada en el estrépito, la fanfarria, el mamporro, el tono vocinglero. Pero peinan canas, muestran barriga rebelde (ahí sí hay mucha rebeldía), gastan un no sé qué decrépito de perdedor pelmazo y han adoctrinado a sus hijastros.
Les chifla la bulla, el lío, la gresca, pisar enfurruñados la calle y fingir que combaten el mal desde su sesgo. Imagino que todo comenzó cuando el patético Mayo del 68. «Estuve allí», afirman, pero sólo estuvieron en sus sueños. España sí se habría vaciado en ese caso, que todos estuvieron allí. Luego galoparon, que decíamos, dando la espalda a los grises. A su modo, iniciaron una carrera de sorprendente longevidad. Se apuntaron con frenesí al «yanquis go home», vociferaron el «no a la OTAN», salvaron las ballenas, el amazonas y la selva congoleña. Abrazaron el «¿nuclear?, no gracias», pelearon contra el agujero de la capa de ozono, mantienen un duelo sin cuartel contra el cambio climático y, para mayor regocijo de Hamás, claman por la construcción de un Estado palestino. Ni se rinden ni se fatigan. Su resistencia abruma. Supongo que militaron en los sindicatos que les liberaron del trabajo, porque su feroz esfuerzo se encauza hacia las cruzadas que precisan de su pertinaz presencia. Son inasequibles al desaliento. El día que no encuentren una causa que merezca su alarido morirán de pura pena. Y Sánchez mitineando a lo Maduro…
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