Soy una momia

Pues bien, yo me incluyo entre esos viejos que no comprenden nada a decir de los jóvenes cachorros, algunos no tanto, que forman parte del aparato del PSOE y su entorno. Pero me gustaría escuchar de ellos algún argumento consistente en favor de la amnistía y de las concesiones al independentismo que no sean los consabidos tópicos que manejan. Entre ellos, esa tontería de que es necesaria la generosidad con quienes aseguran que volverán a repetir lo que ya intentaron.

Ser joven no es sinónimo de tener razón. Como tampoco la experiencia y los años son siempre sinónimo de lucidez. Los debates no se saldan por lo que consta en el DNI ni por pertenecer a una minoría o reivindicar una identidad, sino por los argumentos y las ideas que se esgrimen.

En ese sentido, no nos convencerán nunca de que el apoyo de Puigdemont justifica que la amnistía, que era inconstitucional y perniciosa hace poco, ahora sea el bálsamo que va a curar todas las heridas.

He leído el domingo en un periódico de la competencia que Sánchez va a explicar por qué es necesaria la concesión de esa amnistía y que lo hará de forma convincente. Lo que me pregunto es a qué espera y por qué decía lo contrario con tanta rotundidad.

Puede que muchos de los que nos oponemos a esa medida estemos al borde de la senectud. Pero no somos tan estúpidos de creer que ese borrón y cuenta nueva obedece a principios o al interés general. Eso no. Es sencillamente una estrategia para mantenerse en el poder.

Lo que revelan quienes nos tachan de momias y dinosaurios es su orfandad intelectual, su incapacidad para argumentar con coherencia. Por eso se refugian en las descalificaciones 'ad hominem', que es lo que se hace cuando se carece de razones. Es la misma lógica de Carl Schmitt cuando estableció la dicotomía entre amigo y enemigo.

Escribió Pascal que el hombre es «una caña pensante». Quería decir que un soplo de viento es suficiente para doblegarlo. Va a soplar mucho en las próximas semanas, pero algunos o muchos nos vamos a mantener firmes salvo que sean capaces de convencernos del interés de la operación. Estoy abierto a sopesar sus argumentos.

Tiempos éstos muy tristes porque nos obligan a luchar por lo evidente, como decía Brecht. Si el presidente cree que basta una serie de tópicos y eslóganes de sus altavoces para justificar esta ignominia se equivoca mucho. Y lo pagará porque nada sale gratis en esta vida.