tiempo recobrado
La maldición
Su ambición le ha cegado. Su afán de permanecer en La Moncloa se volverá contra él. Y quienes ahora le aclaman acabarán por traicionarle
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Los libros son la escuela de la vida. Por ello, resulta recomendable la lectura de 'La caída de Robespierre' del historiador británico Colin Jones, traducido al castellano hace meses. Reconstruye las últimas 48 horas de la vida del líder revolucionario, en las que pasa del poder absoluto a la guillotina ... . Era imposible prever la cadena de acontecimientos desencadenados por su intervención en el club de los jacobinos, interpretada como una amenaza por sus compañeros del Comité de Salvación Pública. Adversarios y aliados se unieron para derribar a Robespierre, 'El Incorruptible'.
Lo que el libro de Jones ilustra es cómo el poder hace vulnerables a los hombres y cuanto más alto se sube, más dura resulta la caída. Robespierre no supo medir las consecuencias del Terror y, al final, resultó una víctima de fuerzas que había desencadenado y no podía controlar.
Siempre es peligroso hacer comparaciones históricas, máxime cuando existen muy pocos paralelismos entre la Francia de 1794 y la España de hoy. Pero las profundas divisiones y antagonismos en el seno de la Convención terminaron por propiciar el trágico final de la experiencia revolucionaria. Sánchez, al igual que Robespierre, tiene que manejar una heterogénea coalición de intereses que le puede explotar en cualquier momento.
Será muy difícil sacar adelante las leyes en el Congreso y terminar la legislatura no ya sólo por el chantaje permanente del independentismo catalán, sino además porque resultará una tarea hercúlea poner de acuerdos a formaciones tan dispares.
Al margen de las dificultades objetivas para aplicar la futura ley de amnistía y el enfrentamiento con el poder judicial, Sánchez se enfrenta a la exigencia inmediata de la Comisión Europea de proceder a un ajuste presupuestario. ¿Cómo va a hacer compatible la política de austeridad con las promesas de incremento de gasto?
El presidente ha quemado las naves en la investidura al hacer imposible cualquier acuerdo con el PP, echando sal sobre las heridas y riéndose de Feijóo. No puede pedir generosidad a un partido al que ha despreciado y caricaturizado. El cainismo domina el escenario político. Serán casi imposibles los pactos de Estado y el diálogo entre las dos fuerzas mayoritarias.
La noche del 23 de julio pensé que la pírrica victoria de Sánchez era una maldición. Los resultados le ofrecían la posibilidad de formar gobierno, como así ha sido, pero no de gobernar. A partir de ahora, se enfrenta a un calvario que le supondrá un enorme desgaste político y personal. Su ambición le ha cegado. Su afán de permanecer en La Moncloa se volverá contra él. Y quienes ahora le aclaman acabarán por traicionarle. Lo hemos visto demasiadas veces. Como dijo Robespierre, «hay algunos hombres útiles, pero ninguno es imprescindible». Él no lo era y Sánchez, tampoco.