café con neurosis

El martirio del mediador

Las vocaciones tardías llevan consigo tanto entusiasmo como sacrificio

Cuidado con la gallina

La leal mentirosa

Me imagino que la vocación de mediador deber de ser una vocación tardía. Los niños suelen decir que quieren ser bomberos, médicos, militares, futbolistas o artistas de cine, pero no tengo noticias de ningún niño, de ninguna niña, que anuncie su intención de dedicarse a ... la mediación internacional cuando sea mayor. Ni siquiera al gran mediador José Luis Rodríguez Zapatero, entre otras cosas por la ausencia de una Facultad de las Ciencias de la Mediación.

Y es un trabajo muy duro. Cada vez que leo que ha habido años en los que nuestro mediador más conocido ha tenido que hacer más de veinte viajes a Venezuela me estremece la lástima. Bueno, en 'first class' se viaja mucho más cómodo que en clase turista, pero aún así la pereza que debe de dar llegar al Hotel Tamanaco, de cinco estrellas, y, enseguida, tener que ir a visitar a un tirano como Nicolás Maduro, sin saber si te recibirá con un chándal o con uniforme militar, que hay que reconocer que es mucho más vistoso que el de chófer de autobús, trabajo anterior del dictador venezolano. Eso no se paga con dinero, y si algunos reciben dinero no creo que sea el caso del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Me imagino la repugnancia que debe de suponer para el mediador español saber que el tirano encarcela personas, manda asesinar a personas y hay quienes se juegan la vida porque cometieron el terrible crimen de ganar las elecciones al tirano.

Es tal la grosería asesina del déspota que sólo le apoyan China, Putin, Cuba, y el opresor de Nicaragua. Bueno, y José Luis Rodríguez Zapatero, que sufre las maledicencias de todo el mundo por lo que llaman silencio cómplice, y que me imagino que no es otra cosa que la prudencia del mediador. Porque sería difícil de admitir que una persona, aparentemente normal como el que fuera presidente del Gobierno, se hubiera vuelto tan miserable y tan ruin que estuviera apoyando a un totalitario que ha motivado que salieran del país más de ocho millones de compatriotas, casi uno de cada tres habitantes. No me lo puedo creer. Y, menos, pensando en su sentido justiciero, porque fue él quien puso en marcha la Ley de Memoria Histórica para recordar a los culpables de un solo bando sobre los delitos cometidos en una guerra civil ocurrida hace casi un siglo. Vamos, algo así, como si los alemanes, ahora mismo, pusieran en marcha una ley para encontrar delitos cometidos por los nazis, o los franceses se dispusieran a buscar a los colaboradores de Petain durante la II Guerra Mundial.

Y, la mayor parte de los españoles, confundiendo su prudencia de mediador ante asesinos con la complicidad. ¡Lo que debe sufrir este hombre! Y, encima, algunos apasionados intentando buscar trapos sucios de cuando asesoró, o medio, o trabajó con el tirano de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang.

Todas las vocaciones tardías llevan consigo tanto entusiasmo como sacrificio, pero el martirio que está sufriendo José Luis Rodríguez Zapatero, en cualquier otro con menor aguante, hubieran motivado una digna retirada.

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