Suscribete a
ABC Premium

EL ÁNGULO OSCURO

El último alirón

El niño que fuimos nunca muere, por muchas paletadas de tierra que le echemos encima, por muy resecos y resabiados que tengamos los ojos

¿Quién puede profanar tumbas?

En manos de cipayos

Juan Manuel de Prada

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En la escuela mi padre había dibujado con plumín y después coloreado en una lámina a los integrantes de la mítica alineación del Athletic de Bilbao de su infancia: Carmelo en la portería; Orúe, Garay y Canito en la defensa; Mauri y Maguregui en ... la línea medular; Arteche, Marcaida, Arieta, Uribe y el mitológico Gaínza en la delantera. Con aquella alineación el Athletic de Bilbao había hecho el doblete, allá por 1956, cuando mi padre era un niño que veía los partidos del equipo de sus amores desde la ventana de su casa, que se asomaba esquinadamente al viejo San Mamés. Me tiraba las horas muertas contemplando pasmado aquella lámina preciosa que pregonaba las infrecuentes dotes paternas para el dibujo, sobre todo considerando que el niño que la había dibujado no tendría más allá de diez o doce años, la misma edad que yo tenía entonces. Me enorgullecía mucho ser hijo de aquel maqueto que, muy pocos años después de hacer aquel dibujo prodigioso, se había puesto a trabajar en la fábrica Sefanitro, para llevar el jornal a casa.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia