la tercera

Dumas, el 'Guernica' y nostalgia de UCD

El 'Guernica' en Barajas, saliendo de la bodega del Jumbo 'Lope de Vega' de Iberia, que lanzó este anuncio: 'Nueva York-España. Sin billete de vuelta'

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Juan Manuel Bonet

A Roland Dumas lo conocí en 2004, cuando inauguramos, en el Reina Sofía, la retrospectiva André Masson comisariada por Josefina Alix. El controvertido abogado y político francés nos había prestado una obra de su colección. En el transcurso del almuerzo que siguió a la ... rueda de prensa, hablamos de lo divino y lo humano, y aparte de su gran cultura, me llamó la atención que se acordara de Benjamín Jarnés, refugiado, en la inmediata posguerra civil, en Limoges. Tres lustros después, durante mis años parisienses, nos volvimos a ver en varias ocasiones, en el contexto de unos proyectos 'guerniqueses' de la fundación Google con la Unesco. Se trataba de organizar un coloquio en torno al 'Guernica' en su 80 aniversario, y entre todos intentábamos convencerle de que fuera el principal protagonista del mismo, pues sabíamos que había sido la persona clave, como abogado de Picasso desde 1969, en el proceso que desembocó en la llegada del cuadro a Madrid. Finalmente, aquello quedó en agua de borrajas.

Desaparecido el año pasado, ¡a los 102!, Dumas, he vuelto ahora al Reina Sofía, o mejor dicho, a su librería, como protagonista de un acto en torno a la traducción española de sus memorias picassianas dictadas (a Thierry Savatier). Incidencias ferroviarias, tan frecuentes hoy, impidieron que llegara, desde Córdoba, Javier Ortega, director de Berenice, editora del volumen. Otra incidencia, inexplicable: nadie de nuestra pinacoteca nacional se sintió motivado a participar (o siquiera asistir) en el acto, en el que intervinimos Ada del Moral, entusiasta urdidora de la traducción, Javier Rupérez y servidor. Divertida anécdota, contada por Ada: en agradecimiento por su disponibilidad para que el libro se tradujera al español, le envió a Dumas un ejemplar de la 'princeps' de una novela jarnesiana, 'Viviana y Merlín'. Respuesta del incorregible bibliófilo: «Hubiera preferido la segunda, ilustrada por Luisa Butler».

A Rupérez también lo conocí en el edificio de Sabatini, cuando, embajador en Washington, vino para seleccionar cuadros para la residencia. Coincidimos décadas después en un coloquio hispano-polaco en Varsovia. En el acto de la librería del museo, sus palabras fueron impecables y motivaron que mi intervención empezara con una referencia a la 'nostalgia de UCD', fórmula que no es mía, pues la he leído en textos de Leopoldo Calvo-Sotelo o escuchado en boca de Juancho Armas Marcelo. Es sabido que en 1979 Dumas había tenido un papel importante, vía el anarquista Lucio Urtubia, en el proceso que desembocó en la liberación de Rupérez de las garras de ETA.

Nostalgia de UCD. Nostalgia del diálogo y de 'Cuadernos para el Diálogo', en que estuvo Rupérez, y cuya editorial tradujo, en 1978, la monografía de Juan Larrea sobre el cuadro. Nostalgia de la centralidad. Nostalgia de la idea carrillista de 'reconciliación nacional'. Nostalgia de dos instantáneas potentes: los Reyes saludando, en nuestra embajada en México, a Dolores Rivas Cherif, la viuda de Azaña; y el 'Guernica' en Barajas, saliendo de la bodega del Jumbo 'Lope de Vega' de Iberia, que lanzó este anuncio: 'Nueva York-España. Sin billete de vuelta'. Con ese 'sin billete de vuelta' para un cuadro que la prensa unánime iba a calificar de 'último exiliado', tuvo que verlo todo Dumas. Abogado de Picasso, terminaría siéndolo también del Gobierno español. El pintor siempre había dicho que el cuadro no debía ser entregado por el MoMA a España mientras no volviera la República. Dumas, que había hecho caso omiso de las reclamaciones de la época franquista, tuvo claro que donde decía República podía entenderse Monarquía parlamentaria. Hijo de socialista resistente, futuro fusilado por los alemanes, había visitado con él la exposición de París de 1937, donde le habían impactado el pabellón español, y en él el 'Guernica'. Cordialísimas las páginas que dedica al Rey Juan Carlos, conocido en 1978 en Viena, en la Ópera, vía Bruno Kreisky, que le prestó para la ocasión un frac del que arrancaron las condecoraciones, y que le vino anchísimo. Sorpresivas las palabras del monarca diciéndole que la Transición culminaría cuando Felipe González llegara a presidente del Gobierno. Cordialísimos asimismo sus encuentros con Suárez, el primero en 1979, durante un viaje a Madrid, en que el francés se alojó en el Ritz, con nombre falso. Elogio, además, del diplomático Rafael Fernández-Quintanilla. Tras leer el libro de Dumas repasé el libro de éste, 'La odisea del 'Guernica', volumen del propio año 1981, editado por Planeta. Fernández-Quintanilla era sobrino de Luis Quintanilla, pintor socialista, cabeza de una red de espionaje en el suroeste de Francia durante la contienda, y futuro exiliado en Nueva York y París… Nombrado 'embajador en misión especial' para el 'Guernica', un momento clave de la misión del sobrino fue conseguir varios documentos propiedad de un miembro de dicha red de espionaje, Finki Araquistain, el hijo del embajador Luis Araquistain, entre ellos una nota de Max Aub, subordinado de aquél en la embajada, alusiva a la suma (150.000 francos) que se le pagó a Picasso por el cuadro. Dumas expresa su sospecha de que esos papeles, hoy en el Archivo Histórico Nacional, pudieran ser falsificaciones tardías, realizadas por Finki. No es el único que piensa así. Asunto todavía rodeado de mucho misterio.

Antes del tema 'Guernica', Dumas había gestionado la donación al ayuntamiento barcelonés, a finales del franquismo, de las variaciones sobre las 'Meninas'. Ya ministro, nos entregaría, en época de Semprún (otro exresistente), el 'Monumento a los españoles muertos por Francia', hoy también en el Reina Sofía. Certerísimas sus observaciones sobre espontáneos y enredadores (en esas páginas sale Urtubia), así como sobre la familia. Especialmente ácido con Claude (cortés, pero con más conchas que un galápago), critica su empeño en que los dibujos preparatorios no entraran en el acuerdo, y estalla respecto del Citroën Xsara, asunto sobre el cual Jean Clair, entonces director del Museo Picasso, se pronunció negativamente en una espléndida tribuna en 'Le Monde'. Recuerda también pintorescas reservas de Paloma y de Maya, convertidas en 'jueces' de nuestra Transición. La última de las nombradas, en cualquier caso, nos sedujo a todos cuando, en 2003, acudió a la inauguración Joan Rebull, como prestadora de su busto por el escultor catalán.

Nuestro agradecimiento de españoles a Dumas, Fernández-Quintanilla y cuantos intervinieron en la operación 'Guernica', presentes la mayoría en las instantáneas tomadas en Barajas y el Casón por Jesús González: Íñigo Cavero, Marcelino Oreja, Javier Tusell (su hija Genoveva ha historiado inmejorablemente las aventuras del cuadro), Carlos Robles Piquer, Eugenio Nasarre, José Manuel Pita Andrade, Joaquín de la Puente, Álvaro Martínez-Novillo, Ana Beristain, José María Cabrera, los pilotos de Iberia, la gente de SIT, la Guardia Civil…

SOBRE EL AUTOR
Juan Manuel Bonet

fue director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

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