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La Diada ya no es lo que era
Se intentaba revitalizar la Diada aprovechando la última oportunidad de que Pedro Sánchez conceda lo que ningún otro político
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Iniciar sesiónEl 11 de septiembre de cada año, conocido por la Diada, fue elegido por el nacionalismo catalán como su fecha más importante para que no se olvidase que en 1714 las tropas de Felipe V tomaron Barcelona, poniendo fin a la guerra de Sucesión, ... enfrentamiento que, conviene advertir, no era para separarse de España, sino porque los catalanes habían preferido como rey al archiduque Carlos de Austria, también nieto de una infanta española. Se trataba de recordar el primer intento de una España regida desde Cataluña. La celebración fue cobrando fuerza con el paso de los años, llegando a formarse columnas desde el resto de las capitales catalanas hasta Barcelona, que cristalizaron en la declaración de un referéndum de independencia el 1 de octubre de 2017 por parte del Parlament catalán, replicado automáticamente por el Gobierno español con la aplicación del artículo 155 de la Constitución y dando lugar a una serie de actos violentos contra edificios oficiales, quema de vehículos y disturbios de todas clases, sofocados por las Fuerzas de Orden Público y la huida de los políticos que lo habían promovido, con el presidente Carles Puigdemont a la cabeza, que aún sigue fugado de la Justicia, refugiado en Waterloo.
No hay duda de que este pasado lunes se intentaba revitalizar la Diada aprovechando la última oportunidad de que Pedro Sánchez conceda lo que ningún otro político, incluidos los de parte de su propio partido, ha consentido. Este era el objetivo de esta nueva movilización secesionista. Como tampoco la hay de que el secesionismo ha menguado. Lo demuestra la cifra de manifestantes, muy inferior a la de años anteriores. Aunque más significativo es que la celebración la han hecho por separado, debido a las diferencias entre ellos, y, ya saben, si la unión hace la fuerza, la desunión indica debilidad. Todos buscan la independencia, pero por vías distintas. Mientras Esquerra Republicana quiere ir paso a paso, Junts la quiere ya, es decir, antes de la investidura como presidente del Gobierno de Pedro Sánchez, al no fiarse de su palabra. Como parte de su propio partido.
Es lo que ocurre cuando se anteponen los intereses personales a los generales. Alguien que tiene pesadillas en ver a la extrema izquierda en el Gobierno y una semana después la invita a formar parte de él, que está contra las amnistías, deja en libertad a los golpistas y no objeta que su vicepresidenta negocie con el principal de ellos no merece la menor confianza. Aunque debería bastar que su último argumento para que le voten es evitar que gobierne la derecha, que no ha matado a nadie ni intenta descuartizar España. Aunque ya sabemos que España es diferente. ¿Hasta ese punto?, me preguntarán. Lo sabremos en las próximas semanas.
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