postales
¿Armagedón?
La izquierda y la derecha vienen forcejeando desde que se rompió el consenso de la Transición y se reanudó la lucha fratricida
España elige hoy entre un cambio o mantener una coalición con secesionistas
Verdad, mentira y políticos (18/07/2023)
No sabe ganar... ni perder (15/7/2023)
Finalmente ha llegado. Al fin vamos a tener la encuesta definitiva, irrefutable, la de las urnas, quién ganó y quién perdió en la batalla por España, la izquierda o la derecha. Vienen forcejeando sobre ello desde que se rompió el consenso de la Transición y ... se reanudó la lucha fratricida, que ha ido creciendo a lo largo de los últimos años hasta alcanzar al interior de ambos bloques. El último debate tomó así el aspecto de Armagedón, la gran batalla antes del Apocalipsis, con su Juicio Final y acabarse el mundo, no sin que antes los ángeles buenos triunfasen sobre los malos, conducidos por Luzbel, según narró Juan Evangelista desde su retiro en la isla de Lesbos. Así se planteó el último debate, a cuatro: PSOE y Sumar por un lado, PP y Vox por el otro. Pero Feijóo decidió no acudir, con lo que de debate, nada de nada. Aquello fue un vapuleo, una carnicería, dos contra uno. Insultos, acusaciones, amenazas que Abascal aguantó impávido, diría incluso que encantado, al verse como único representante de la derecha, de la que es extremo, y poder exponer las ideas de su partido. Lo que hubiera tenido que ser un intercambio de ideas y planes de ambos bloques sobre España se convirtió en una soberana paliza del líder de Vox, aunque de lo que más se habló fue del ausente, para lo que acudió Yolanda Díaz, que habla como una ametralladora, para explicar sin ser interrumpida durante casi una hora de lo bien que lo han hecho y de lo malos que son los del PP y Vox. Como digo, una auténtica carnicería. Más, porque Abascal hizo lo que se esperaba de él: exponer su programa.
Por lo que pienso, Feijóo hizo bien en no acudir: hubiera tenido que auxiliar al vapuleado aunque sólo fuese por piedad, ¿Y cómo puede defenderse a alguien que, con estos calores, niega el cambio climático?, ¿o que con cuatro mujeres asesinadas este mes por sus parejas niegan la violencia machista? Sería suicidarse, al mostrar lo que Sánchez busca y no es verdad: que PP y Vox son lo mismo.
Respecto a Sánchez, hay que admitir que estuvo más sereno que en la espantada del mano a mano. Pero Feijóo se quedó corto al decir que en el debate faltaban sus cómplices, ERC y Bildu, que llevaron y sostienen en el poder a Sánchez. Pero ya exigen su libra de carne: «un referéndum de autodeterminación» y «el derecho a la autodeterminación de Euskal Herria». ¿Es eso apaciguar Cataluña y Euskadi? Con Yolanda mostró la buena disposición de gobernar juntos. Es decir, cambia Frankenstein por una señora de armas tomar que viene del partido que arruinó Venezuela, entre otros países ricos, y está arrasando Ucrania. De eso, ni palabra. Para resumir: Sánchez sigue empeñado en ser el mayor mentiroso de la historia, tras Catilina, Pinocho y el barón de Münchhausen, habiendo sido advertido desde Bruselas por tergiversar declaraciones de Ursula, las pensiones y el peaje de las autovías. Genio y figura. Mañana, descansaremos. O lloraremos.