la suerte contraria
Un problema de Estado
España no cumplirá con sus compromisos con la UE y Sánchez culpará de ello tanto a la extrema izquierda como a la derecha
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Sánchez puede expresar la voluntad política de aumentar el gasto en defensa sin necesidad de pasar por el Parlamento, pero no puede ejecutar dicho gasto si no quiere ser inhabilitado y condenado por prevaricación administrativa, malversación de caudales públicos y, en su caso, desobediencia ... a los órganos constitucionales. Para ejecutar ese gasto necesita la autorización expresa del Congreso, vía directa o vía Presupuestos Generales del Estado. Ni sus socios ni Vox –la llamada coalición 'Imagine'– van a aprobar dicho gasto, ni por una vía ni por otra, por lo que solo queda el PP, cuyo apoyo Sánchez descarta totalmente. Es importante recordar que esa negociación se daría en el Legislativo entre el Grupo Parlamentario Popular y el Socialista. El grupo mayor de los dos es el popular que, por lo tanto, debería ser quien detentara la posición de fuerza –tiene mayor legitimidad social– y quien fijara las condiciones al grupo menor y, por lo tanto, más débil. Esto no va a suceder. La consecuencia es que España no cumplirá con sus compromisos con la UE y que Sánchez culpará de ello tanto a la extrema izquierda como a la derecha, presentándose él mismo como una víctima centrada entre dos extremos perniciosos, irresponsables y antieuropeístas.
Para que esta idea se fije hay dos vías, supongo. Una de ellas es un decreto-ley que, llegado el momento, no se vea refrendado. La otra es la presentación del aumento del gasto en los Presupuestos Generales del Estado y su no aprobación. Creo que ambos caminos llevan inevitablemente al mismo lugar, que es a la anticipación de elecciones generales, con el argumento de que la UE necesita rearmarse y que ni la 'coalición Imagine' ni el PP permiten que España cumpla con su parte. Mientras tanto, Margarita Robles está escondida para que nadie pueda vincular 'seguridad' a 'defensa' y, por lo tanto, para que se puedan sumar partidas de todos los ministerios –incluyendo la lucha contra la desinformación, es decir, contra la prensa libre– para llegar a una cifra cercana a lo comprometido sin tener que pasar por las Cortes, lo cual sería escandaloso, pero completamente legal. Es la marca de la casa, la firma de un personaje tramposo que intentará engañar a Europa y que quizá lo consiga, tirando balones hacia delante y sacando las partidas necesarias cada año enmascaradas en decretos, a cambio de cesiones a sus socios, de ingeniera financiera y de mucho ridículo.
He visto a Feijóo muy sólido defendiendo la postura del PP. Se nota que su fuerte es la gestión, la organización de un presupuesto y los detalles técnicos de la acción del gobierno. Creo que está haciendo lo correcto, pero el españolito medio debe saber que, en el caso de que esas elecciones que se ven en lontanza dieran como resultado un gobierno del PP –lo veo complicado mientras vaya en ticket con un partido putinista– tampoco va a ser capaz de lograr los apoyos para dicho rearme, por idéntica simetría. Tenemos, por lo tanto, un problema de Estado. Y no tiene solución.
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