la suerte contraria
No los den por muertos
Hace tiempo que el PSOE funciona como una franquicia, con capital política en Barcelona
Ese absurdo 5%
Han matado a Abderrahim Akkouh
Primero vendrán los cambios internos. Todo apunta a que la nueva secretaria de Organización del PSOE será Montse Mínguez, ni militante del PSOE ni con peso orgánico. Pero a estas alturas, ya da igual. Hace tiempo que el PSOE funciona como una franquicia, con sede ... legal en la calle Ferraz, pero capital política en la calle Nicaragua de Barcelona. La matriz es el PSC; lo demás, mero atrezo. Tampoco es una novedad. Solo la provincia de Barcelona aporta al PSOE casi un millón de votos, es decir, uno de cada ocho de los que obtiene en todo el país. Son cifras que explican muchas cosas: por qué se cede, por qué se calla y, sobre todo, por qué se obedece. El PSC tiene lo que el PSOE necesita: votos y acceso a las alianzas parlamentarias que forman gobiernos.
En este contexto, que estén barajando como nueva número tres a una dirigente del PSC –formalmente otro partido, con su propia estructura, sus propias siglas y su propia estrategia– no es algo anecdótico, sino sintomático. Es una forma de definir la jerarquía interna sin necesidad de estatutos. El PSC, como el propio Sánchez, tiende a despreciar al PSOE tradicional, al que considera una reliquia sentimental: demasiado institucional, demasiado constitucional, demasiado español. Que se lo digan a Patxi, que habla al (re)fundador del partido con el desprecio con el que el PNV le habla a un 'maketo'. O sea, a él.
En cualquier caso, asombra la naturalidad con que se acepta esta disolución identitaria. En otros tiempos, un nombramiento así habría generado protestas, advertencias e incluso dimisiones. Hoy apenas se registra como nota de pie de página. Tal vez porque ya no queda nadie para protestar o tal vez porque ya se ha asumido que el PSOE no es lo que fue, sino lo poco que queda. Y lo que queda, de confirmarse el nombramiento, es la mano derecha –no quiero hacer bromas con esto– de Santos Cerdán.
Después de los cambios orgánicos, quizá la crisis del gobierno. Las quinielas apuntan a Ana Redondo, que iría a disputar la alcaldía de Valladolid; Marlaska, por desgaste; Torres, por lo que pueda venir, y el 'pack' de candidatos autonómicos: Alegría, López, Montero, Morant. Yo lo haría el día 7 de julio, cuando el último de Fuente Ymbro tome la curva de Telefónica, con el objetivo de copar todas las tertulias y diluir el foco en el PP tras su congreso. Y de ahí, quizás a elecciones el 30 de noviembre. Es un buen día porque incluye dentro de campaña el 20N –50 aniversario de la muerte de Franco– y el 25N, es decir, el día contra la violencia de género. Solo con esos dos hitos te aseguras polarización extrema, que Vox reviente la campaña y que el PP se pase quince días atrapado y respondiendo solo a si van a gobernar con los trumpistas que van a misas por Franco.
Con un ejecutivo político y un partido en manos del PSC, a por el voto catalán y el femenino. Y con el enfrentamiento con Trump y Vox, a por la defensa del estado de bienestar. Son solo rumores, repito. Pero tienen sentido. No los den aún por muertos.