la suerte contraria
Han matado a Abderrahim Akkouh
El caso no ha producido el menor revuelo en España porque Abderrahim Akkouh es hombre y marroquí
El sanchismo cancelado
La Piovra
Un salvaje ha matado a Abderrahim Akkouh, un marroquí de 35 años. Lo ha hecho con la técnica del mataleón, pero podría haber utilizado cualquier otra. Por ejemplo, hace cinco años, dos agentes mataron en Minneapolis a George Floyd presionando su cuello con la ... rodilla durante 9 minutos y 29 segundos, mientras este permanecía esposado y tendido en el suelo boca abajo. A Abderrahim Akkouh, sin embargo, lo han matado estrangulándolo con el brazo y durante más tiempo, en este caso más de diez minutos en los que todo el peso del policía salvaje descansaba sobre su cuello marroquí mientras los vecinos le gritaban que lo soltara, que lo iba a matar. Las llamadas de aviso de la gente no tuvieron efecto y finalmente el salvaje logró su objetivo: lo redujo para siempre. Es curioso que fuera la propia gente la que tuviera que llamar a la policía para protegerse de la policía, pero parece que ahí es donde estamos. En cualquier caso, fue inútil. Abderrahim es un cadáver y el asesino está en libertad provisional, a pesar de que su homicidio está grabado.
El caso no ha producido el menor revuelo en España porque Abderrahim Akkouh es hombre y marroquí. No tendremos un 'Moroccan Lives Matter', porque la verdad es que no importan. Si un policía hubiera matado a una mujer, digamos que de Vic, la cosa habría sido diferente. Sobre todo, por que Abderrahim no solo era moro, sino, además, delincuente y politoxicómano, que es lo mismo que decir que era un producto prescindible –asesinable– en esta España nuestra. Tenía problemas psiquiátricos y hace dos años se tiró por el balcón de su casa en Torrejón, lo que lo dejó un año en silla de ruedas. Pero todo eso da igual, porque otros miles de salvajes han celebrado su asesinato en Twitter, enviado mensajes de apoyo al policía, supongo que por la belleza de su homicidio. Vemos cómo los mensajes xenófobos se siguen obviando y, por lo tanto, van calando ante la incomparecencia de la derecha culta, que calla cobardemente. Repiten los cafres que los musulmanes no pueden vivir en una sociedad occidental porque sus leyes son incompatibles con las nuestras. Sin embargo, los hermanos de Abderrahim Akkouh pedían ante las cámaras que lo juzgaran y lo llevaran a la cárcel. «Aquí hay leyes, júzguenle con la ley», explican. Es curioso observar cómo los que se suponen que no pueden vivir en sociedad tienen perfectamente claro cómo funciona un estado de derecho mientras que los supuestos demócratas celebran la suspensión de todos los derechos de un hombre por el hecho de ser marroquí y delincuente.
El compromiso con la democracia liberal -con el imperio de la ley- no se demuestra ante una 'buena víctima', como lo llamaría Rosa Belmonte, sino ante la peor posible: hombre, inmigrante, moro, delincuente, drogadicto y perturbado. En nuestro país, hasta ellos tienen derechos. Fundamentalmente a la vida. Y no hace falta ser liberal o católico para saber dónde está el bien y el mal en esta historia. Bastaría con no ser un sinvergüenza.
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