EL CONTRAPUNTO
Sánchez quiere ser Maduro
Sin Sánchez, el mensajero del tirano bananero no es nadie
Otro tocomocho de Sánchez
¿Queda algún socialista en el PSOE?
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Iniciar sesiónTan crecido está nuestro caudillo socialista, o tan desesperado, que ya proclama sin disimulo su intención de ejercer el poder a cualquier precio, poniéndose por montera la Constitución, la democracia, la decencia y hasta la apariencia. Lo anunció en el último comité federal del ... PSOE, convertido en coro de eunucos dedicado a cantar sus alabanzas: «Vamos a avanzar con determinación en esa agenda, con o sin el concurso de un poder legislativo que necesariamente tiene que ser más constructivo y menos restrictivo». O sea, me fumo un puro con la voluntad del pueblo soberano, porque pienso hacer lo que me venga en gana, vote lo que vote ese Congreso de los Diputados cuya mayoría solo acataré cuando me dé la razón. La afirmación, plasmada en un documento escrito, es de tal gravedad que habría abierto los informativos no solo de España, sino de toda Europa, en ese tiempo no tan lejano en que nuestro entorno político ponía las reglas de juego por encima de los intereses partidistas. Hoy la UE es un triste remedo de lo que concibieron sus fundadores como antídoto contra los totalitarismos que desencadenaron la Segunda Guerra Mundial. Una gigantesca máquina de burócratas bien pagados cuya impotencia es pareja a la endeblez de sus principios.
Pedro Sánchez, de mayor, quiere ser Nicolás Maduro, perpetuarse en la poltrona y expulsar a cualquiera que ose plantarle cara, empleando para ello la mentira, la amenaza, la censura o la persecución, si no queda otro remedio. Empezó por incluir en su Gobierno a los representantes del sátrapa en nuestro país, agrupados en Podemos, y ha terminado por dar asilo al vencedor de las elecciones celebradas el pasado 28 de julio, Edmundo González, en lugar de reconocer su victoria. «Un acto humanitario carente de contrapartidas», jalea la propaganda sanchista repitiendo la consigna de Albares. «El resultado de una negociación entre gobiernos», responde Delcy Rodríguez, brazo ejecutor del régimen y amiga íntima del 'príncipe', José Luis Rodríguez Zapatero, correveidile del dictador, entre cuyas misiones figura la de lavarle las vergüenzas ante la comunidad internacional. ¿Qué influencia tiene ZP? La que le proporciona su discípulo, presidente del Gobierno español. Ni más, ni menos. Sin Sánchez, el mensajero del tirano bananero no es nadie. Pero a su lado, precedido por el prestigio que aún conserva nuestra nación, su opinión es escuchada tratándose de Hispanoamérica. Tal vez eso explique el abandono miserable en que la Unión Europea ha dejado a la mal llamada oposición venezolana, cuya victoria abrumadora en las urnas no ha bastado para obtener el reconocimiento oficial generalizado que habría desalojado al okupa de Caracas. ¡Qué vergüenza!
Lo acontecido en Venezuela con el beneplácito de las democracias europeas, el favor que acaba de hacerle Sánchez a su referente hispano y su determinación de gobernar ignorando al legislativo dejan en el aire una pregunta inquietante: En caso de pucherazo español ¿quién tendría que exiliarse?
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