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UNA RAYA EN EL AGUA

La memoria estéril

El asesinato de Gregorio Ordóñez anticipó la ofensiva totalitaria terrorista y demostró la condición simbólica de las víctimas

El hondero entusiasta

Cambio de reglas

Ignacio Camacho

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En la conversación pública española, el nombre de Gregorio Ordóñez suena hoy mucho más lejano que el de Franco. Si es que suena algo. Sin embargo han pasado treinta años de su asesinato y cincuenta del acontecimiento funerario que Pedro Sánchez celebra como si ... él mismo lo hubiera provocado. Está muy dicho pero esa memoria oficial selectiva elaborada por los amos del relato es la que ha permitido a los herederos de ETA convertirse en factor colaborativo y determinante de las políticas gubernamentales a cambio del blanqueamiento de su pasado y de la liberación cada vez más rápida de sus ya escasos colegas presidiarios. El escaso eco de la efeméride –incluso en el propio PP– deja un sabor amargo de soledad, incuria y desengaño. De fracaso.

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