una raya en el agua

Expectativas, cálculos y otros espejismos

El fin de ciclo sanchista parece inevitable pero no existen indicios objetivos para aventurar un inmediato desenlace

Cosas que nunca creeríais

El desconocido

El consultor político César Calderón ha realizado un estudio de inteligencia artificial (Gémini) que, tras analizar el escenario político ponderando diversas variables, señala el primer trimestre de 2027 o el último de 2026 –en ese orden– como fechas más verosímiles de las próximas elecciones generales ... . Ésa es la hipótesis racional, la más objetiva a la vista de las circunstancias… siempre que se descarten dos factores aleatorios pero potencialmente relevantes: el horizonte judicial y el carácter imprevisible de Sánchez, de cuya coherencia declarativa y factual no es posible fiarse.

En todo caso, parece difícil de cuestionar la evidencia de que el futuro de la legislatura lo guarda el presidente en sus manos. La tarea de desgaste de la oposición, incluso admitiendo que sea eficaz –lo que es mucho admitir tal como está el patio–, tiene poca influencia en una decisión que sólo se halla en condiciones de tomar quien está al mando, habida cuenta de que la moción de censura carece de los apoyos necesarios y si los reuniera, Puigdemont mediante, provocaría en la derecha sociológica una convulsión interna de seguro impacto sobre el marco de unos comicios adelantados.

Así las cosas, cabe plantearse si la estrategia de crear un estado de opinión sobre un desenlace inmediato es correcta. Es muy difícil que un gobernante ponga fin a su propio mandato sin un atisbo de esperanza en las encuestas, y más aún con la justicia siguiendo de cerca los pasos de su camarilla de confianza más estrecha. Aguantar no le garantiza ninguna mejora, pero no hacerlo le condena a la derrota y siempre puede esperar que algún acontecimiento inopinado le ayude a capear la tormenta. En ese contexto tal vez resulte contraproducente la idea de situar a los ciudadanos ante un panorama de falsas certezas.

El éxito en la política tiene mucho que ver con el manejo de los tiempos y de las expectativas. En ese sentido, la dirección del Partido Popular debería tener cuidado con el riesgo de generar en sus votantes potenciales un clima demasiado optimista. Su misión consiste ahora en asentar el proyecto de alternativa y apretar al Gobierno con máxima energía para acelerar su acusada fatiga. Pero resistiendo la tentación de la prisa, susceptible de causar en el electorado la clásica frustración de las predicciones incumplidas.

El fin de ciclo sanchista parece inevitable pero no va a ser necesariamente rápido. Un año o año y medio si Pedro se humilla lo bastante para que el prófugo catalán acabe transigiendo con los presupuestos. Hay una ventana en junio, con la convocatoria andaluza, pero su margen de probabilidad es pequeño, de modo que más vale no engañar a nadie con espejismos cuyos reflejos confunden realidades con anhelos. Y mucho menos dar la impresión de que el trabajo está hecho. Para vencer a un tipo tan correoso sólo hay un método. Paciencia y esfuerzo.

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