TRIBUNA ABIERTA
Querido Juan Carlos
«¿Por qué mi obsesión por Vox? Por las mismas razones que nos llevaron a la política»

Te escribo con tu verdadero nombre, Juan Carlos Girauta, y con todo mi afecto esperando que nuestra actual divergencia política no nos haya convertido en aquello que tanto odiábamos entonces. Aquellas familias que habían dejado de hablarse por la política. Espero que no hayamos llegado ... al extremo de no reconocer, debajo de nuestras divergencias, a aquellos seres humanos que se entregaron a la política para defender el bien más preciado del hombre: la libertad. Eso aprendí de ti. Un compromiso irrenunciable por la libertad del que tú sigues siendo ejemplo imborrable para mi.
Me acusas [en el artículo del sábado pasado] de inseguridad y he de decirte que reconozco el defecto, pero no como pecado. La inseguridad es noble virtud de quienes dudan y siguen dudando para poder crecer. Las verdades absolutas son la lápida que se coloca sobre los fallecidos en vida por la vanidad de creerse siempre en lo cierto.
Te ofende también que medios de comunicación afines al poder me entrevisten o citen mis palabras. Sabes bien que nunca jamás rehusé contestar a ningún medio. Soy el único político que puede decir que no ha rehusado ni a Negre, ni a Escolar. Esa siempre ha sido mi costumbre. Sé bien, como señalas, que no hay medios neutrales. Todos dependen de sus accionistas, de sus anunciantes y en definitiva de sus lectores. Así es y así debe ser. Es obligación de un político contestar a todos y asegurarles su libertad. Eso he intentado y sigo intentando en mi vida política.
No me cansaré en rebatir esa afirmación de que vosotros me proporcionasteis los cargos. Baste la hemeroteca para reseñar tu apoyo, público, lícito y convencido, a la candidata que el partido colocó frente a mí en nuestras primarias. Después hubo quien intentó cometer un burdo fraude electoral. Afortunadamente conseguimos evitarlo. Nada tuviste tú que ver en ello. Pondría mi mano en el fuego tanto por tu honestidad como por tu acometividad.
Tampoco es cierto, lo sabes bien, que llegara al Gobierno con los votos de Vox. No en mi caso. Esto me lleva a tu principal preocupación ¿Por qué mi obsesión por Vox? Por las mismas razones que nos llevaron a la política. Porque no me gustan los nacionalistas. No me gusta la gente que excita los sentimientos, como tú decías entonces. No me gustan los guerracivilistas. Me apestan los patriotas de cartón-piedra, que reparten carnets de buenos y malos catalanes, de buenos y malos españoles. No me gustan los rebaños. Me gustan, como a ti, los hombres libres.
Dices, y dices bien, que fuimos cuatro los que propusimos explorar un pacto con Sánchez. Lo hicimos, precisamente, para evitar lo que hoy vivimos. Lo hicimos como un ejercicio de lo que siempre debería ser la política. Elegir el mal menor. Es ese mismo principio el que hoy te lleva a ti a inclinarte por tolerar los excesos de un partido que nunca te representará. A nosotros nos llevó entonces a intentar evitar que nuestro país dependiera de quienes hoy, desgraciadamente, dominan la política española, fruto de nuestra incomparecencia. El mismo objetivo. Distintos caminos.
Me quedo sin espacio y no quisiera acabar sin invitarte a un buen Ribera de Duero y un buen chuletón. Ambos te esperan en Valladolid, junto a un amigo al que te aseguro nunca perderás. No le perderás por mucho que le escribas.
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