taconeando
Pactar sí, pero con escrúpulos
Los pactos con el diablo le sientan mejor que al presidente saliente, porque el gallego tiene más escrúpulos
Judío-nazi (7/6/23)
Corrientes reaccionarias (31/5/23)
Los pactos de las derechas se irán resolviendo en las fechas y acontecimientos subsiguientes, como esperábamos. Fueron y están siendo un ajedrez enigmático en el cual las reinas se disipan y estamos viendo que el PP pone las condiciones. Hay un fracaso de los ... pequeños partidos, que tendrán que ceder y comer de la mano de los moderados. Se ha dicho eso de que España es una interminable partida política que solo puede ganarse pactando. Al principio, los grandes políticos de la derecha no pasaban del dominó y así, como deportes de mesa necesitaban otro tablero. Pero aun así hay que mantener ciertos principios y evitar personajes improvisados del cachondeo cortesano. Ahora, tras el martes 13, los problemas se recalientan y ya el pecado de España va siendo el de no formar gobiernos, con que la superstición ha cedido paso a la alternancia con el peligroso juego del pacto. El PP, que es un clásico de la política pragmática, ha utilizado el fondo de armario para pactar en la Comunidad Valenciana sin mancharse las manos. La línea roja de no pactar con un dirigente acusado de maltrato es la más sensata, hay que mantener vivos unos principios y un respeto para con las señoras si uno quiere representarlas. Mazón, en cambio, tiene a las señoras valencianas encantadas. Lo demostró cuando se puso a cantar Mocedades ante el aplauso de 350 mujeres en Gandía. Es la BSO de la Transición que llegó a número 1 en Canadá y al top 10 de EE.UU. Por cierto, también está en vasco, y hasta podría ser el himno de Euskadi.
La política virtuosa, que es esa fórmula del pragmatismo con escrúpulos, es la única que debe promoverse en el abrazo de las derechas. Y bien jugado está. Del pacto hay que destacar el punto de las señas de identidad valencianas, y aquí yo quiero creer que hablan de fallas y paella. No parece el fin del mundo. A lo mejor los hacedores de la Historia se quitan un peso dramático, un peso pesado al soltar sus prejuicios. Aun así, en los pactos venideros seguirá manando sangre, porque es el único recurso que la izquierda tiene a mano para, ya digo, hacer su campaña del miedo. Todas las izquierdas han visto perplejas la realidad de lo real, y están muy nerviosos porque otean el paro. Andamos por la undécima corrida goyesca, nunca se sabe quién está allí reiterando los vicios de la corte y es que los políticos de la izquierda tienen el vicio de hablar muy mal. Pilar Alegría tacha el acuerdo de «absolutamente vergonzante» (sic). Mientras, las derechas se irán todas las tardes a los toros y ahora también estarán en las fallas y los petardeos de Valencia. En Valencia siempre acaban a petardazos, y ese es el riesgo de esta nueva coalición. A Feijóo un día le tocará vestirse de fallero y al siguiente de vuelta a las ventas, a recuperar las señas y los vicios del pueblo español. Y habría que decir que los pactos con el diablo le sientan mejor que al presidente saliente, porque el gallego tiene más escrúpulos.