sin punto y pelota

Perder el presente

La vida es un espectáculo maravilloso por incierto. Las torrijas no peligran y el fervor religioso no decae

Atoro mental con China

Cortinas de humo correderas

Hay lecturas de las que conviene quitarse para optimizar el uso del tiempo, tan escaso. No se trata ya de, por fin, ser capaz de abandonar un libro a medias. Conviene renunciar a géneros enteros. Los días tienen las mismas horas que cuando Séneca ... nos advirtió sobre la brevedad de la vida, una toma de conciencia que no precisa de grandes modelos matemáticos más allá de saber dividir 24. Hace años decidí no leer nada profético. Quizás fue después de que se anunciara la fecha de caducidad de los libros de papel. O de las librerías. Quién iba a imaginar entonces que hubiera récord de ventas por recomendaciones en redes. Que entraras en una librería de viejo en Fuencarral preguntando por el 'Tiberio' de Marañón y el librero te respondiera que, curioso, varios lo habían hecho en las últimas semanas, después de años de desinterés. Que coincida con el hecho de que lo haya recomendado un oscuro 'podcaster' de EE.UU., que pasa por ser referente para J.D. Vance. En Madrid hay gente que escucha a ese matemático obsesionado con la Grecia clásica, quizás mientras se toma un chocolate con churros.

Otra de las profecías fallidas fue aquella que decía que íbamos a comer lo mismo en todas las ciudades. Pocos supieron ver que, con las enormes facilidades para el turismo, vendría un auge y consolidación de gastronomía local o típica. En Málaga hay más espetos que nunca, en Granada encuentras piononos por doquier y hay listas con las mejores torrijas, que pueden ser de mesa camilla de abuela o de postre con helado en restaurante molón.

Lo mismo ocurre con las costumbres. Hay que ver la Semana Santa. Todavía algún desfasado la ve peligrar, cuando no hay ya casi colegios sin procesión mini y en Madrid ya no son un trono tirado por una furgoneta. Quién nos iba a decir a los padres que rajábamos del capillismo que los niños se nos iban a querer poner de traje de chaqueta para ir de procesiones.

¿Quién vaticinó un resurgir religioso? ¿Dónde están esos sociólogos que dijeron hace 20 años que los chavales querrían irse a retiros espirituales? En Gran Bretaña, los católicos están a la par que los anglicanos. Entre los menores de 34 años, el 35 por ciento se declara católico frente a un 25 por ciento de anglicanos, según el estudio de 'El revival silencioso', de la Bible Society. Y es una asistencia a misa muy masculina.

Mientras, los que soñaban con poder alcanzar la inmortalidad gracias a la ciencia, a la genética, por investigaciones pagadas por millonarios de Silicon Valley, lectores ávidos del género de las promesas fantasiosas, asumen que muchos titulares triunfantes se quedaron en nada. Ellos siguen de chequeos permanentes, picos de glucosa y contando pasos para que la muerte les pille en forma. Otros han decidido trabajarse el interior sin analíticas. Nadie lo anunció. Hasta Richard Dawkins, ateo militante, se ha declarado cristiano cultural.

La vida es un espectáculo maravilloso por incierto. Las torrijas no peligran y el fervor religioso no decae. Hay estupendas maneras de perder el tiempo. Leer sobre el futuro es una de ellas. Perdiendo el presente.

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