bala perdida

Viuda y mártir

Cristina siempre ha estado ahí, y en épocas de Rajoy hasta expropió la filial de la petrolera española Repsol, sin despeinarse

A la condición de viuda, casi sagrada, Cristina Fernández de Kirchner ata ahora el aura de mártir, porque la mataron sin bala, durante un momento. De entre los exotismos de esta mujer infinita le interesa a uno el éxito en cuesta de la viuda, ... que es condición civil de mucho género literario o sociológico y hasta de ciertos prestigios eróticos.

La viuda, en general, parece estar triste y sola en el mundo, pero ya vemos que quizá no, porque a algunas les salen enseguida no sólo algunos novios, sino medio país, o por ahí, que va y se pone en la calle a celebrar a la jefa, a la que han matado un rato. Argentina se abisma así en dos broncas mitades, que es lo último que conviene a Argentina, mientras Cristina prospera con foto, entre la resurrecta imprevista, y la corrupta supuesta, porque la justicia le va pidiendo doce años de trena.

Lo que pasa con las viudas es que a veces salen mucha viuda. A ella y a su marido difunto, Néstor, los llamó Vargas Llosa «capitalistas ejemplares», pero el gentío saluda en ella a otra Evita, a una Evita con bolso Louis Vuitton y rellano de campeona en el escalafón de mujeres más poderosas del mundo, según la revista Forbes, a la que le suelen salir los números. Arriesgaba Neruda que «la mujer tiene noches de capitán». Y así la viuda también tiene días de capitán, y hasta el almanaque entero, porque vive de pronto más sola que la luna, que es como estamos todos, sólo que no lo vemos. De modo que un respeto.

Cristina siempre ha estado ahí, para bien, o para mal, y en épocas de Rajoy hasta expropió la filial de la petrolera española Repsol, sin despeinarse, o peinada tan despeinadamente, como ella suele. Arriesgaba un clásico, nada venialmente, que algunas mujeres son viudas de la ilusión, al rato de casarse. Otras van y se casan con la ilusión de la política, el cine o la música, a partir del difunto. O incluso antes, porque Cristina siempre estuvo puliendo el ajuar de carrerón, incluido el rólex. Inevitablemente, es el ego más la peluquería.

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