bala perdida
Recuerdo de la pandemia
El amor quedó pendiente del Ministerio de Sanidad, hasta nueva orden
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Íbamos a salir más fuertes, tras la pandemia, pero sólo hemos salido más hartos, y con una urna ahí, partiendo el verano. Escribo mientras se da la orden de retirada de las mascarillas, y eso no nos parece ni noticia ni nada, como cuando ... Fernando Simón salía en la tele y probaba a tranquilizarnos con un susto. A Simón lo hemos olvidado, y hemos olvidado que logramos dormir durante varias temporadas en medio del desierto de un virus, y también hemos olvidado que fuimos al fútbol sin salir de casa, aplaudiendo algún gol de estadio vacío, y que el móvil necesitaba un enjuague de lejía, y la fruta un jabón preventivo, y los besos una prórroga hasta que otra cosa dijera Salvador Illa, que fue otro actor alto de la película del Covid, que íbamos alivando con Netflix y dos metros de distancia hasta la vida misma, a la que sólo se asomaban los galgos, y algún balcón de aplauso. El amor quedó pendiente del Ministerio de Sanidad, hasta nueva orden, y la soledad reabrazó a las familias. Celebramos la Navidad por 'facetime', y el verano llegó a ocurrir para nadie, porque llevar mascarilla era envejecer sin ocupar el tiempo. Todo esto lo hemos olvidado, aunque lo recordamos ahora un instante, mientras acudimos a la novedad de que se acabó la mascarilla, cuando la mascarilla voló del mapa, como un trapo que nunca hubiéramos usado. Pero, naturalmente, no hemos salido más fuertes sino más olvidadizos y con una urna enfrente, a ver qué pasa. Durante la pandemia sentí a menudo nostalgia del lunes, porque en la precariedad del retiro uno añora como una sorpresa lo que despreció como rutina. Obviamente, de la pandemia añoro poco, o nada, salvo el plan sin reloj, y que ahorré en saludos al ramo de indeseables que nos frecuentan la vida de variedades que a ratos llevamos. De todo nos hemos olvidado, pero no avalaría yo que el olvido, en esta caso, es la pureza. Todo calvario deviene en auxilio, con el tiempo. Incluido, en la lejanía, Fernando Simón, que no daba una, pero se nos agregó a la familia de uno solo que fuimos.