Brad Pitt como estafa

Eso, sin entrarle al juicio de las prosas líricas que se gastan en estos simulacros, entre el floripondio de autoayuda y el aforismo de psicólogo. Quiero decir que las redes, que están para odiar, o ligar, son mentira, y por tanto aquí lo único cierto es Brad Pitt, que existe, y que nunca falla. Brad Pitt no miente, Tinder sí. Decía el poeta, no de internet, que «el amor es un apetito de belleza», y esta es la máxima que han empleado los golfos que han estafado a una ilusionada, que llevaba un tiempo viendo en Brad Pitt lo que vemos todos: la belleza con mucho cambio de peluquería. La belleza es una maldición, incluso para quien la posee, más tarde o más temprano, pero lo es sobre todo para el mortal común, que pilla un apetito de hermosura y no lo pierde hasta que le saquean la cuenta corriente. La belleza puede con todo, y en esta semana hemos visto que Carmen Sevilla ha muerto para resucitar en lo alto de su juventud, cuando era el esplendor con el pelo suelto. A Brad Pitt lo resucitas para las redes, porque él sólo vive en el cine, y le sacas a una embelesada los ahorros de una vida entera. No es insólito que las redes traigan una estafa, sino rigurosamente común, porque la red es una felicidad en bikini, un embuste con fotos de otro. Nos espanta la mentira que usamos todos. Salvo Pitt, que no tuvo vela en este entierro que iba para boda de fantasía.