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BALA PERDIDA

La política sexual

Resulta que Monedero y Errejón eran dos poetas sensibles de la fundación del neohombre feminista

Labios rusos

Leonor en el museo

Ángel Antonio Herrera

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Va insistiendo Ione Belarra en que la prensa, tan palabrona, politiza enseguida el caso Monedero, porque la prensa olvida así a las mujeres víctimas. No las olvidan ellos, que sostuvieron resueltamente a Monedero de «activo principal», en el partido y en muchas de sus ... iniciativas públicas, cuando ya tenían denuncias de varias mujeres, que adornaban a Monedero como el hombre intolerable que Podemos sitúa como eje en su credo ideológico, cívico y convivencial. Resulta que Monedero y Errejón eran dos poetas sensibles de la fundación del nuevo hombre feminista, pero se nos van descubriendo ahora como dos titanes del heteropatriarcado radical, a la vista de las noticias en curso, que les aúpan en los papeles como supuestos velocistas reiterados en algunos casos de denuncia de acoso o agresión sexual. De todo este clima lo que sí nos va quedando más a menos claro es que el sexo de infracción, o su tentativa, también puede ser un deporte de la izquierda, y también que las mujeres de jerarquía en Podemos o Sumar no gastan a menudo la misma urgencia en denunciar los casos próximos como la que emplean en los que pillan más lejos. Ni la misma urgencia ni el mismo énfasis. Sostiene Belarra que a Monedero le apartaron «progresivamente» de las tareas de partido, y ese «progresivamente» se golpea de frente con sus propias palabras, cuando ante el mismo asunto remacha que a Monedero le apartaron en cuanto tuvieron constancia de las quejas o denuncias de las mujeres. Convendría aclarar qué exótica acuñación es un apartamiento progresivo que se cumple en un único instante de urgencia diligente. Igual se trata de otro modo de proteger a la mujer, pero yo como que no lo veo. Monedero ya ha dicho que «Podemos debiera aclarar alguna cosa». Pues sí, igual lleva razón. Una aclaración que pudiera empezar o acabar por iluminarnos la manera de proteger a unas víctimas mientras no apartas de ellas a los supuestos culpables. Y mejor, no progresivamente.

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