bala perdida
Labios rusos
Importa que la juventud acude a estos sitios como quien acude a que le coloquen un cardado
Leonor en el museo
Tiquitaca y juzgado
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Iniciar sesiónLeo aquí, en información firmada por Carlos Hidalgo, que en Madrid va funcionando una clínica donde inyectaban bótox caducado, entre otras maravillas, que incluyen jeringas no desechables, y enfermeras que no eran tales. El local era, y es, aún, una peluquería, y en el ... sótano se había improvisado el rincón de estos ingenios de la estética de garrafón, donde te hacían un pinchazo como te hacen un tinte. Ahí iba la clientela, y va, aún, a ponerse «labios rusos», que es el nombre de la iniciativa que te deja los morritos a lo BB, como si estuvieras todo el rato haciendo un selfi, día y noche. «Labios rusos» es una acuñación inquietante, que casi remite a órbitas geopolíticas del momento, pero resulta que es un moda de una juventud que va al trajín de gabinete estético como quien va a maquillarse. La noticia trae que el bótox viaja desde Corea y se inyecta bajo la improvisación de unas chavalas ucranianas que están ahí haciendo entrenamiento de jeringuillas como pudieran hacer un peinado apache. Más allá de esta peluquería de fraude, que tampoco nos ha dado un susto, importa que la juventud acude a estos sitios como quien acude a que le coloquen un último cardado. Y esto sí que es ya un susto mayor. No pocos regalos de cumpleaños consisten en el riesgo de desear «labios rusos», pero ahí en el salón cosmético de la esquina, donde te pincha una particular que alterna la aguja con el champú, o el bocadillo de tentempié. La juventud de alboroto ya confunde la cirugía con la cosmética, y ofrece el labio bajo la misma alegría con la que ofrece la melena, para un corte de flequillo, que vuelve a llevarse. Lo que ahora se lleva es «el labio ruso», porque lo que se lleva es el mundo virtual, donde todas las chavalas viven congeladas en el selfi de poner mucho morrito, que es como decir que un cromo de belleza es una insistencia de costumbre. Las chicas van en romería a localitos de matarifes, donde la salud no importa a nadie. Salvo salir de ahí con cierto parecido a la propia foto del 'deneí', puede ocurrir cualquier cosa.
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