LA DORADA TRIBU
Messi, la imaginación en pantalón corto
No he encontrado nunca un modo de que este hombre me caiga mal. Uno es madridista de vicio, pero ante el talento hay que rendirse
Georgina, la musa de la propia fama
Armani, reinventor del color negro

No es Messi el que fue, pero usa todavía el relámpago del genio. Naturalmente, es ya un viudo de sí mismo, un genio melancólico que vive en el pasado, y no tanto en el futuro. Yo soy madridista de médula, y de Florentino, pero ... siempre saludé en Messi el don de la barbaridad. Ahora voy siguiendo este Mundial de fogueo, y me sale que Messi aún es una garantía de espectáculo. Tiene ya el tipo casi cuarenta tacos, pero le asoma de repente la virtud jovencísima del talento a la carrera. No he encontrado nunca un modo de que este hombre me caiga mal. No hay manera, coño. Miren ustedes que uno es madridista de vicio, pero ante el talento hay que rendirse. No es que Messi juegue como nadie, que sí, sino que el chico nos ha salido 'sublime sin interrupción', que es lo que Baudelaire, un amigo poeta de Valdano, quería para el dandi. He aquí el sublime. Un sublime que es, por cierto, lo contrario de un dandi, con su estatura floja de bachiller, su carita de embeleso y su aire, en general, de ir tristón a la escuela del disgusto.
Nunca un gigante midió tan poco. Durarán en la memoria sus prodigios. Quedará en la historia. Logró que a Maradona se le mueva el trono. Uno sospecha que sale un genio cada cincuenta años, en el fútbol, en la poesía, en la cocina, y el genio hoy es Messi que, naturalmente, deja al resto de su gremio en esforzados zagalones que tienen poco o nada que hacer. La genialidad es un ejercicio que no sale de la infancia. De ahí que Messi juegue como un niño y salte a la Champions como a un patio. Y a este Mundial de recuelo, soleado y venial, donde a rachas es el que fue. Se dice fácil, pero el que quiera que vaya y se ponga. Es socorrido, ya, escribir que juega como una figura de PlayStation, y que galopa como un muñequito teledirigido. Lleva el balón ceñido al pie, como si lo hubiera pillado bajo el brazo, y no se lo quitan ni después del partido, porque se ha llevado a casa, de colección, los balones innumerables de meterle dos o tres al contrario. Se pondera, además, su carácter de humildad, fuera del campo, pero eso a uno le da igual, porque un genio puede comportarse como quiera.
En un show de la FIFA se puso una chaqueta de Lola Flores. Iba hortera y elegante, como un rockero de Las Vegas. Engrosa y prestigia la rara estirpe de los zurdos y parece que no ha dado el estirón final de zagalón del césped, pero corre como un milagro y deja a los porteros fusilados de asombro. Le han dado muchos Balones de Oro, pero ese premio nos lo dan a nosotros, si le vemos en una tarde inspirada. No hay mayor gloria, para un futbolista, que poner en pie todo un estadio contrario, y eso lo ha hecho Messi. Pilla la pelota con placer de diablo. Es famoso sin ser metrosexual.
Se pondera, además, su carácter de humildad, fuera del campo, pero eso a uno le da igual, porque un genio puede comportarse como quiera
Decía Joan Manuel Serrat que le gustaba el fútbol porque le devolvía a la infancia. Yo creo que a Messi le pasa lo mismo, sólo que Messi no ha salido de la infancia e intuyo que se va a pasar de niño genialoide e inspirado toda su carrera. En mi sostenida pasión de espectador del fútbol me he rendido de gozo ante Van Basten, Zidane, Maradona, Roberto Carlos y poco más. Algunas tardes de Ronaldo, cuando era Ronaldo, y de Ronaldinho, cuando era Ronaldinho, merecen trato de museo. Pero en la copa de todos estos poetas de estadio está Messi, que deslumbra sin interrupción, y es el éxtasis del fútbol, con imaginación, y con gol, aunque ahora ya menos. Recuerdo algunas noches históricas de Champions, donde se pasaba riendo la última media hora del partido. Pues ni eso les jode a los rivales. Empezando por mí, que tantas veces lo quise para el Madrid.
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