Vivimos como suizos
Trovos
Díaz Ayuso se crece en la ‘iglesiedad’
Esto de la política española es como la segunda temporada de ‘American Horror Story’. La del manicomio. Ryan Murphy, que ya había triturado todos los tópicos de películas de miedo en la primera, sacó la Thermomix para mezclar en la segunda extraterrestres, sádicos médicos nazis, ... angelicales monjas poseídas, un Santa Claus terrorífico y a Jessica Lange cantando ‘The Name Game’. Sólo faltaban murcianos. Prefiero hacer esta comparación que la de las investigaciones del matemático y meteorólogo Edward Lorenz, la teoría del caos y el efecto mariposa, donde la mariposa sería una recién salida del capullo de un gusano de seda en Alcantarilla. Si Curzio Malaparte llamaba a Mussolini «El gran imbécil», lo de Pablo Iglesias es un poco ‘El gran gandul’, al menos como lo entendía Pla en ‘La vida amarga’: «Es un gandul profundísimo, insondable, que ha llegado a encontrar la manera de mostrar que está siempre atareado». Ahora la tarea es, claro, frenar el fascismo con la unión de la izquierda, como Almudena Grandes había pedido en su columna de ayer. Qué tía, qué ‘influencer’. «Eso es igual que escupir en el mar», decía Pío Baroja sobre la utilidad de sus columnas. Chúpese esa, don Pío.
No sé cómo andará Iglesias de efecto, si será como el de Illa. De lo que anda sobrado es de un gran concepto de sí mismo. Si no, cómo se le ocurre lanzarse a combatir a Ayuso, digo al fascismo. Y encima deja de vicepresidenta a Yolanda Díaz, la ministra del extraño prestigio, y dice que es «ya la mejor ministra de Trabajo de la historia de nuestro país». Amárrame los pavos. Lo de Ilone Belarra como ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 es de chiste. ¿Va a seguir metiéndose con Margarita Robles?
Ayuso se crece en la iglesiedad. El inopinado candidato la ha obligado a cambiar su lema de ‘Socialismo o libertad’ por ‘Comunismo o libertad’. El de Iglesias es ‘Democracia o fascismo’. Parece un concurso de trovos. Y el remate: «España me debe una, hemos sacado a Pablo Iglesias de La Moncloa». Nos iremos al carajo, pero entretenidos. No puedo esperar al debate electoral.