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Edurne Uriarte

Rajoy y la derecha temerosa

Reunión, este lunes, del Comité Ejecutivo Nacional del PP JAIME GARCÍA
Edurne Uriarte

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Una cualidad por encima de otras hace de Rajoy un líder especialmente valioso para la derecha, su capacidad para resistir las presiones de la propia derecha temerosa y mantener la calma en medio de la enésima campaña de la izquierda para desalojar del poder a la derecha ganadora de las elecciones. Que los líderes de la derecha sepan gestionar con eficacia se da por supuesto, sea Rajoy o fuera Aznar; al fin y al cabo, la derecha es elegida para eso, para arreglar los fiascos de las políticas de izquierdas. Pero su verdadero problema, el de la derecha española, es soportar las presiones, propias y ajenas, cuando la gestión ha sido enderezada y la intolerancia a la derecha vuelve a ocupar el habitual primer plano.

Es ahí donde Mariano Rajoy tiene una fortaleza llamativa. Para resistir, en primer lugar, las presiones de la derecha sociológica más temerosa, que es siempre la primera que sucumbe al miedo. Miedo a la presión de los medios de comunicación y élites intelectuales mayoritariamente de izquierdas que dominan la opinión pública. Que hacen campañas mediáticas eficaces hasta cuando la derecha gana por mayoría absoluta, como hemos visto en la anterior legislatura, y que pueden ser letales si la derecha gana sólo por mayoría simple. El efecto de ese miedo puede llegar, ha llegado, a sostener una propuesta tan disparatada como la del pacto PSOE-Ciudadanos para investir a Pedro Sánchez con el apoyo del Partido Popular, que ha ganado las elecciones.

«Rajoy tiene la capacidad de resistir la posición política de la derecha en un país dominado por la izquierda»

Quienes defienden el disparate anterior, algunos empresarios, parte de la élite periodística, arguyen que se trata de impedir la llegada de Podemos al Gobierno, pero de lo que se trata en realidad es del miedo, de la cesión ante la brutal presión de la mayoría de izquierdas de este país. Un miedo que acepta lo que sea con tal de quitarse de encima tal presión. Hasta hacer presidente a quien no sólo ha perdido las elecciones, sino que ha liderado una campaña sectaria contra el partido votado por más de siete millones de españoles. Que alguien tan inteligente como Albert Rivera haya sucumbido al disparate es producto de lo mismo, de los problemas para aguantar las presiones en la derecha española o, en este caso, en ese centro que ni se atreve a usar la palabra derecha.

Lo anterior se acompaña de la habitual artillería contra la derecha que también incluye realidades paralelas como que fue Mariano Rajoy quien renunció a formar Gobierno, con la fantasía de que tuvo alguna posibilidad real de lograrlo. O que Rajoy debería irse por ser el líder «del partido de la corrupción» mientras se inviste a Sánchez o se elige de sustituta a Susana Díaz de ese PSOE de los cientos de imputados tan sólo en el caso de los ERE.

Con todas sus diferencias, Mariano Rajoy tiene una cualidad común con José María Aznar. Y creo que también con el otro líder que pudo ocupar la posición de Rajoy, con Jaime Mayor Oreja. La capacidad de resistir la posición política de la derecha en un país dominado por la izquierda y, en algunos de sus sectores, por el sectarismo de la izquierda. «Si yo me dejara presionar por poderes económicos o mediáticos, no merecería ser el presidente del Gobierno de España», dijo Rajoy el jueves en Bruselas. El día que el Partido Popular elija a su sucesor debería exigirle en primer término esa capacidad. Porque la debilidad frente a la presión es el punto realmente vulnerable de la derecha española.

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