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Carlos Herrera

Queridos niños, dos puntos

Ya lo siento, queridos niños, habéis nacido en un lugar un poco raro

Carlos Herrera

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Érase una vez un país que andaba a trasmano de su entorno democrático. Acababa de morir un dictador y tomaba el mando un joven al que unos llamaban " El Breve ", otros " El Rubio " y otros le daban, directamente, por incapaz, tanto ... dentro como fuera de sus fronteras. Ese hombre joven, Juan Carlos , heredero del poder a título de Rey, renunció al mismo, sólo presidió un Consejo de Ministros y le encargó a un buen mecánico de las leyes, de nombre Torcuato, el peregrinaje legal de un régimen autoritario a otro democrático . Incluso le pidió que se las ingeniara para que él pudiera señalar como piloto de la política ejecutiva a un tipo de su quinta, de nombre Adolfo, que venía también de la noche negra del pasado. Pues entre los tres, cada uno con su demarcación y su empeño, el trabajo de gente que entendió que el futuro era otra cosa (por ejemplo, un Primo de Rivera de nombre Miguel) y la colaboración de otro llamado Santiago, que venía de noches tan negras como los otros pero que entendió que había que entenderse, se organizó un cierto milagro. Ese Rey hubo de lidiar con una parte del Ejército que aún creía estar en África, con una facción de los actores políticos del pasado que se negaban a mirar hacia delante, con una serie de pistoleros que mataban día y noche (y lo siguieron haciendo durante años y años) y con todos los que exigían (porque, queridos niños, en este país siempre se exige) una ruptura incluso consigo mismo. El de vuestra nación sí que fue un Gran Salto Adelante , instalado en un tiempo de ilusión y de progreso. De eso podéis estar seguros.

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