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Editorial

No es el Gobierno que merece España

La cifra de aforados es inasumible, pero eliminarlos de un plumazo es una ocurrencia irreflexiva que exige muchos matices jurídicos

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La propuesta hecha ayer por Pedro Sánchez para acometer una reforma exprés de la Constitución contra el aforamiento de los políticos es un nuevo golpe de efecto propagandístico y un ejemplo de su populismo exacerbado. Sánchez hizo ayer un balance inédito de sus cien días ... de Gobierno carente de la más mínima autocrítica, basado en técnicas cosméticas de agit-pro, e inexplicablemente sufragado con dinero público y no del PSOE. Nada en Sánchez resulta anecdótico y nada tiene un fondo de solidez política, porque en solo cien días su acción de Gobierno se ha convertido en un ejercicio de supervivencia personal forzado y difícil. Solo apela a la demagogia y al adoctrinamiento excluyente, pretendiendo dar por olvidado el plagio de su tesis doctoral, denunciado por ABC, obviando que en ese tiempo ya ha destituido a dos ministros, y negando la evidencia de que su Ejecutivo es caótico. El único balance realista habría sido reconocer que nunca un Ejecutivo en democracia se había rectificado y desautorizado tanto a sí mismo, y que gobernar con 84 escaños a merced de nacionalistas, separatistas y comunistas solo ha traído una profunda inestabilidad a España. La desaceleración económica es evidente, hay numerosos ministros que van por libre o no dan la talla, sus soluciones para Cataluña son inocuas y peligrosas para la unidad de España, y su credibilidad y reputación como doctor es nula. Es más, Sánchez ha mentido públicamente en el Parlamento respecto a la publicación de su tesis doctoral , y se niega a reconocer la evidencia. El balance es desolador por más que la propaganda oficial se empeñe en maquillar la realidad.

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